Costes más duros que el pan de ayer.



No supe lo que significaba el concepto de “costes hundidos” hasta que fui decidiendo que cambiaba los edificios por la venta escrita.

No decidí, fui decidiendo


Me explicaron que esos “costes hundidos” son el dolor de no aceptar que algo por lo que invertiste mucho, ya no te está funcionando.

Que fueron muchas horas invertidas, pero que ya se acabó.

Se acabó el dinero, se acabó la satisfacción, se acabó la relación…


y hay que buscar otra manera de aportar valor, 

otra forma de divertirse, 

u otro alguien con quien conectar.






Pero,

¿Quién te devuelve todas esas noches sin dormir?

¿Quién te ayuda a construirte una nueva manera de mirar al mundo y a ti mismo?

¿Quién está ahí contigo para decirte: “se ha acabado”?

¿Quién eres?






Bueno

hay años de vida que ya no recuperaremos, pero ni palante ni patrás.

Las 100 velas, igual no las soplamos.

A mí eso me preocupaba, hasta que un colega me dijo:

“Tío, ¿conoces abuelos pelirrojos?”

y desde entonces no me como la cabeza ni con la hucha de las pensiones.






Ese tiempo invertido en construirnos la idea de “nosotros mismos”,

esa historia personal,

pues todos estamos enamorados de la nuestra.


Tu cliente también, por cierto,

de la suya, de la tuya no.


Mirando, veo proyectos orgullosos de sí mismos,

quizá invirtieron mucho en comunicación,

No me entiendas mal, estar orgulloso de uno está genial, 

e invertir en comunicación también,

pero 

¿sabes lo que facilita la tarea para cuando nos entran las dudas?

Que el proyecto funcione. O que funcione mejor. 

Así, orgullosos y con motivo.

Mucho más, aquí.

PD: y sabiendo que no nos dejamos dinero por ahí.