Atacar un miedo con un arma que no tienes.



Te voy a contar una historia que leí hace poco y me pareció que lo que pasa en ella está al alcance de muy pocos.

Ese nivel de comprensión del ser humano en un momento límite, verás que está al alcance de muy pocos.

Como todas las grandes cosas, parece fácil cuando lo has visto hecho, pero de fácil no tiene nada.

Es un movimiento de puro genio.




Esta historia es de fútbol, pero el fútbol da igual, podría ser de cualquier cosa.

Te cuento:

Cuartos de final del Mundial 2014.

Costa Rica contra Holanda.

Empataban en el minuto 121 y todos sabían que aquello se iba a resolver en los penaltis.

Una selección pasaría a semifinales, y la otra por la puerta de embarque a casa.




Van Gaal, el seleccionador de Holanda, miró a Tim Krul, su portero suplente y le dijo:

“Macho, cámbiate que entras”

(Este es el cambio clásico que hace un entrenador cuando el portero suplente es mejor parando penaltis que el titular)

¿Por qué el portero suplente se sorprendió?

Porque no era mejor que el titular.


¿Por qué el titular se sorprendió?

Porque sabía que él era mejor, que no estaba lesionado, y que se jugaban la ilusión de todo un país.




Los holandeses sabían de qué era capaz cada uno, pero la jugada de genio estaba aquí:

Los de Costa Rica no.

No sabían si uno era mejor, o si era peor.

Sólo sabían lo que todos sabemos cuando no miramos los datos:

Que cuando un entrenador cambia a un portero antes de una tanda de penaltis, es porque el que va a sacar es un especialista.

¿Lo era Tim Krul?

No.

Pero eso da igual, porque los de Costa Rica creían que él era el bueno.

No importaba que el bueno de verdad fuera su propio portero, Keylor Navas, que era titular en el Real Madrid.

Lo que importaba es que Holanda acababa de sacar un “para-penaltis”, que de para-penaltis tenía poco o nada.




Tim Krul le paró a Costa Rica 2 penaltis de 4 o 5 que le lanzó, y Holanda pasó a semifinales de la Copa del Mundo.

Con peor portero, sí.

Pero con un seleccionador que sabe que cuando te toca tirar un penalti en un mundial, te tiemblan las rodillas porque tener un país entero encima pesa mucho.

Y que si aún encima piensas que te lo van a parar, entonces no tienes nada que hacer.


Pero para eso, uno tiene que ir más allá de la lógica.

Tiene que aterrizar en las emociones de la persona que tiene delante.

Tiene que saber lo que tienen en la cabeza cuando tienen miedo.

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