Ayer por la tarde un amigo me contó una historia que aunque parezca muy falsa, pero muy falsa, pues resulta que quizá lo único falso que había en ella era lo que se vio luego en Instagram. ¿Debería sorprendernos esto? Pues creo que no. Porque (de menos a más) la escala es: 1. Falso 2. Muy falso. 3. Foto en Instagram. 4. Publicación ética sobre recursos humanos en Linkedin. Esto último es que ni Star Wars. Vale. El caso es que mi amigo tiene otro amigo íntimo, con una vida normal. Vive con su novia, y los dos quedan con otra pareja para hacer ocio. Varios tipos de ocio. El caso es que las novias, a las que llamaremos Lucía y Lucía, un día se dijeron: “Tía, somos las Lucías” Y se veían de vez en cuando para hacer dibujos con tarjetas de crédito encima de la tablet, mientras se servían una copa y arreglaban las relaciones de los demás. A los novios esos dibujos no les gustaban, ellos eran más tranquilos y con un suplemento en el tabaco de liar y una cerveza pues todo en orden. Pero este aparente equilibrio feliz iba a durar poco. Un día Lucía llegó al dúplex de la otra Lucía y le dijo: “Tía, que me he enfadado un montón con Novio-1” Y se pusieron a hacer bocetos sobre la tablet en el piso de arriba. De pronto se oyó el timbre, y Novio-2 que estaba trabajando en el piso de abajo abrió la puerta. Era Novio-1. Ups. Estaba como uno está cuando siente que lo mismo se quiere partir el puño contra la pared. Le dijo a Novio-2 que no encontraba a Lucía por ningún lado, y que cogía el niño y se lo llevaba a casa de su madre. Que se acababa la historia, …y empezaba la custodia. Novio-2 le dijo que entrara, que se hiciera uno y se tranquilizara, que esto no era una telenovela turca. No sé qué pasó después, pero al día siguiente había un selfie de Novio-1 y “Lucía la desertora” en Instagram. Se les veía sonrientes, con las caras pegadas uno a la otra. La foto decía: “Lo que importa es el alma” Al lado, corazones y comentarios: “Tía sois ideales, qué guapos estáis” La historia parece falsa y la foto verdadera. Pero todos sabemos que es justo al contrario. Muchos se dejan llevar por las apariencias y para tratar de que les vaya igual de bien que al vecino, miran lo que hace y le copian. Y ojo, copiar está genial. Pero saber qué copiar está mejor. Sin un pequeño esfuerzo, podemos copiar las cosas que no son, como Lucía. Copiar lo superficial, pero no trabajar el fondo. Y como bien dice ella: “Lo que importa es el alma” Mucho más, aquí PD: Lo que importa y lo que da dinero. |
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