Cómo manipulo a mis clientes (incluye poema)

“¿Qué es el buen email marketing?, dices mientras clavas

en mi pupila tu pupila azul.

¿Qué es el buen email marketing? ¿Y tú me lo preguntas?

El buen email marketing… eres tú.”

–Gustavo Adolfo Bécquer, si hubiera sido copywriter.




Ya nos hemos quitado de encima el poema.

​​Pasemos a la manipulación.

​​


Veamos.

Una vez leí una frase que (de memoria) dijo Rafael Moneo, probablemente el arquitecto vivo más importante que tenemos en España.

Dijo:

“Le doy gracias a la vida por haberme permitido mirarla con ojos de arquitecto”

…o algo así.

Esa frase es clave.

¿Por qué?

Porque cuando uno quiere vender más, debe mirar a su vida con esos ojos precisamente.

Con ojos de vendedor.

(Eso o contratar a alguien que lo haga)



Así manipulo yo a mis clientes.

Poniéndoles a buscarme historias.




Esto es un clásico de las reuniones:

– ¿Te ha sucedido algo curioso en relación a _______?

– ¿Curioso? No sé…

– Sí, una anécdota que no sea muy normal.

– Mmmm… no



10 minutos más tarde, hablando de otra cosa, me cuentan una bomba increíble que (con el esfuerzo y la dedicación adecuadas) podría ser el 30% de una página de ventas que funcionara como un tiro.



– Esto, ¿está en algún lado?

– No.


Eso es lo malo.

Historias hay siempre.

Lo que hace falta son ojos para mirarlas.

El buen email marketing somos nosotros.

Si somos capaces de reunir toda esa riqueza de detalles, matices y verdad, y transformarla en algo que necesite ser leído…

Es que vamos a ver, que no es por ser Gustavo Adolfo, pero es que el negocio se transforma en algo real. 

En algo vivo.

¿En autoridad fría de corbata?

No.

¿En glamour de Canva y paleta de colores?

Tampoco.

¿En prestigio de “voy a la máquina de café que esta pose me da sueño”?

No, no.

En algo vivo.

¿Es más atractivo lo vivo o lo muerto?

Eso ya a gusto de cada uno:

hay algo más aquí