“A menudo, un hombre muy viejo no tiene más prueba de su larga vida que su edad” –Séneca. Sucede a veces que muchos negocios que antes estaban cómodos, ven cómo salen otros nuevos y se les mete el calzoncillo pa’ dentro como a Nadal. “Ya no somos los únicos que tenemos esto. ¿Y ahora qué hacemos?” Levantan una piedra y salen 10 que “parecen” lo mismo. Mismas competencias. Mismo mensaje. Misma foto sonriendo con los brazos cruzados “que se me vea fresco y desenfadado pero profesional”. Misma. ¿Son lo mismo o no lo son? La cruda realidad es que eso en el primer contacto no importa. Lo único que importa es si lo parecen. Entonces claro, muchos sienten que tienen que sacar pecho, claro, no se van a quedar ahí parados como unos parguelas: – Encarna, ¿qué hacemos? – Y yo qué sé, Paco. (silencio incómodo) – Mmmm… ¡Ya lo tengo! Pongamos que empezamos en 1972. Ellos empezaron en 2014. Ya está. Está ganado. Cuando vean que es una empresa familiar de tercera generación no tendrán dudas. Vale. Sería una verdadera putada que, por ejemplo, alguien que se ha pasado 3 años (yendo a muchas coordinaciones que podrían ser un mail, haciendo muchas fotocopias o poniendo muchos cafés) en una empresa de renombre pasara por delante al ofrecer sus servicios a otro que hubiera hecho lo siguiente: Preocuparse de entender por qué van a contratarle y aprender de eso muy, muy bien, para comunicarlo de manera que su cliente sienta que él sabe. (En el tiempo que sea) Si lo único importante para trasladar tu valor fueran tus años de experiencia, no pasaría algo que sí pasa: Que los que no la tienen adelanten por la derecha y les quiten las pegatinas a los que sí la tienen. ¿Honestos? ¿Malvados? Eso ya no lo podemos saber. Por suerte, no necesitamos experiencia para poder vender. Necesitamos lo que ella nos da, eso sí, lo necesitamos mucho, pero el número no. Si con lo que ella te da tú demuestras que tienes las armas. Si lo pones en el subtitular de tu página de inicio y luego rezas, no. Eso no. Pero si vas y lo demuestras, entonces puede que a mucha más gente se le olvide tu carnet de identidad. No te lo van a pedir porque les da igual. Les preocupan cosas más importantes. ¿Y sabes qué? Que puede que tengan razón. Si alguien me parece tan bueno que se me olvida su carnet de identidad, entonces trato de que no se me escape. Y no es nada especial, es algo humano. Tan humano como tus clientes. Mucho más, aquí |
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