Esto que te cuento va a sorprender mucho a varios.
Spoiler: es curioso, pero no tanto.
Antes que nada:
Algunos están tan obsesionados con los detalles de su CLieNTe iDeaL que se olvidan de lo que somos en general.
Y esto es clave.
Los buenos copywriters conocen muy bien al cliente que les compra, por supuesto.
Pero los mejores copywriters de la historia lo que conocen bien es lo que somos como especie.
¿Buenos?
¿Malos?
¿Villanos?
Humanos.
Andaba yo ayer por el diario AS para ver si le daba un buen viaje a mi dopamina entre tanto titular espectacular y vi algo:
“Un escándalo racista salpica a la pívot australiana Liz Cambage”
Te resumo:
Hubo un partido a puerta cerrada entre Australia y Nigeria.
Australia y Nigeria.
En una de esas, Mrs. Cambage, que juega para Australia, se calentó.
Según AS:
“Se originó una tangana en la que la pívot golpeó a otra rival mientras comenzaba a increparlas, llamándoles «monas» y diciéndoles que volvieran a su país tercermundista.”
(Si te ha hecho gracia, míratelo varias veces)
Nada original.
Ni el insulto, ni la insultadora.
Hasta mi primo que hizo la comunión hará ya tres años sabe que la gente más racista es la que vive más aislada, dentro o fuera de su cabeza.
(y Australia, literalmente es el culo del mundo)
¿Entonces qué es lo curioso aquí?
Atención:
Mrs. Cambage, la insultadora australiana, es mulata… porque su padre es nigeriano.
Nigeriano.
Su padre.
Ay…
Jajajajajaj
Es que y es que…
El chiste es que la insultadora había comentado días antes que prefería jugar con Nigeria porque sus compañeras rubias australianas eran muy racistas.
¿Cómo acabó la cosa?
Tampoco muy original.
Alegó problemas de salud mental, escribió algo en Instagram y listo.
Lo típico.
Pero dos o tres grandes lecciones de lo que somos ya nos la ha dejado a todos aquí
…y ya que la culpe quien sepa de esas cosas.
Yo de culpar entiendo lo básico.
Me preocupa más saber lo que somos y por qué hacemos las cosas que hacemos.
Porque quien piense que va a vender sólo centrándose en nuestras partes bonitas tiene que pensar otra vez.
Se deja mucho por el camino.
Para no dejar nada, es abajo:
Hay algo más aquí.