Bajemos a un bar.
A uno cutre.
Al típico español que huele a fritanga.
A ese.
Ahí me contaron algo.
Y si escuchas a tu competencia decir tonterías o inventarse nombres para algo que tú igual también haces y te parece ridículo…
Te hablo de cómo usarlo a tu favor.
Estaba con unos amigos tomando algo en el típico bar donde los bocadillos te los hacen sin amor.
Nos llamó otro amigo que tiene una marca de zapatos para pasarse.
Me gusta mucho que venga cuando somos pocos porque así me habla de ventas.
Un día contaré la historia de los juanetes de la mujer de su cliente o la de la chica de los 6 dedos.
Pero ahora nos centramos.
Me contaba mi amigo que había una marca que vendía mucho por internet.
Claro, habían metido a tanta gente en una lista que por mal que lo hicieran por narices venden más.
Eso es obvio.
Pero el caso es que esta gente promocionaba no-sé-qué que tenían sus zapatos en la suela.
De verdad, no me acuerdo el nombre.
Era algo así como muy poderoso en inglés que dices:
Ohhh… The future is now.
Vale.
Pues esas suelas poderosas (por lo visto) no tienen nada especial.
Lo que sí que tienen, eso sí, son más devoluciones que los zapatos de mi amigo.
¿Por qué lo sabe mi amigo?
Porque se lo dice el de la tienda.
“De los vuestros no nos han pedido ninguna devolución”
El cuento de vender cosas en inglés no lo ha inventado la competencia de mi amigo.
Ese no es el problema.
Lo que digan los demás nunca es el problema.
(Y si el problema es ese, no me hagas mucho caso pero igual tenemos otros problemas más grandes)
Lo que sí es un problema es que esta gente tiene algo que mi amigo tiene, sí.
Mi amigo lo tiene.
Pero lo tiene un poco menos.
¿Qué es eso?
Voz.
Es que claro, si tú oyes a tu competencia hablar de suelas poderosas que (por lo visto) no son tan, tan poderosas…
…pero tú tienes cinta americana en la boca y no dices nada sobre eso.
¿Lo va a adivinar tu cliente?
Venga joder, ya en serio.
Con lo que cuesta sacar un negocio adelante…
¿Nos vamos a quedar sin decir nada?
¿Por miedo a qué?