Cuando no estamos acostumbrados a escribir para vender hay desajustes. Es normal, no es fácil. Hay cosas a las que no les damos importancia y tienen mucha. Y otras que ponemos por encima de todo, nos obsesionan, y aunque son muy importantes, nadie las puede ver. “Decir la verdad” está en este grupo. Antes que nada: No estoy diciendo que la verdad no sea importante. De hecho (y aunque muchos piensen lo contrario porque siempre podemos recordar algún caso escandaloso de estafa) la mentira no vende. Si es mala para otras cosas, ahí ya no entro porque esto no es clase de ética. Pero vender, no vende. La mentira no tiene tanta fuerza como la verdad, porque la realidad supera a la ficción Si la verdad es tan poderosa, ¿por qué no es lo más importante? Porque si no se cuenta de manera que uno quiera leerla y saber más, no sirve para nada. (Es como aquello del árbol que se cae en mitad de la selva y no lo escucha nadie y gente rara se preguntan si ha hecho ruido o no) Tú puedes hablarme de tu empresa, de tu servicio, de tu curso, de tus productos… y me puedes contar la verdad. Pero esa verdad: ¿Apetece? Porque si no apetece, da igual que digas la verdad, la mentira o escribas una canción. Nadie va a llegar, porque tienen cinco o seis cosas más interesantes que hacer. ¿Les van a ayudar tanto como nosotros? Pues no lo sé y no importa. Porque lo que importa es que aunque lo de allí sea una ilusión, mientras miran allí no miran aquí. Eso es lo que importa. Y claro, una buena madre te diría: “Pues ellos se lo pierden” Pero quien se lo pierde es quien no aplica eso: Hay algo más aquí. |
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