Puede que lo que cuento en este email sorprenda a algunos o confirme las sospechas de otros Si te siguen machacando tus clientes o alguna vez has tenido un mal comentario sobre tu trabajo, igual sacas algo. Pero si todo va como la seda, vas a leer algo que ya sientes. (Ojo, he dicho “sientes”, no “sabes”. Saber sirve para poco, pero sentir sirve para mucho) Hay profesionales (o solteros) que buscan agradar a todo el mundo y que todos le digan lo geniales que son en su trabajo. No tienen clientes, tienen jueces. Ya sabes: “Si yo sirvo al cliente y está contento, le he servido bien, si no, lo he hecho mal” En el fondo y desde el respeto al proceso de cada uno, no son muy diferentes de niños que van a sus padres con un dibujo para que les digan: “Oh, qué bonito, ¿esa mancha es papá? Ohhh muy bien, ¡¡estás hecho un pintor!!” Sé que no estar abierto a la crítica es estúpido si vives en un mundo al que tú sirves, faltaría más. Pero asociar la crítica con la realidad sí o sí, es la mejor manera que hay de amargarse la vida y de decirte a ti mismo que no pintas nada. No es bonito. Lo que deberíamos asumir como natural es que por muy bueno que sea tu trabajo, tu servicio o tu producto, si lo pones delante de alguien a quien nadie le ha enseñado a saber apreciarlo pues igual siente que es la peor compra de su vida. Pero si eso mismo lo pones delante de alguien que sabe de lo que va la cosa, puede que respire tranquilo y se diga: “Joder, por fin, ¿dónde has estado todo este tiempo?” Lo mismo. Mismo servicio, mismo producto. Bueno. No voy a entrar en conversaciones metafísicas ni a debatir si la “suerte” existe o no existe. Pero lo que sí que te digo es que cuando uno tiene el micrófono, cuando uno tiene la voz de su negocio y de lo que hace, …pues asumir que el hecho de que más y más gente le aprecie es cuestión de suerte quizá es una estrategia miope. Para que cuando te contraten te contraten con ganas: Hay algo más aquí |
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