¿Tú tienes el número de tu carnicero en la agenda?

O bueno, el de tu verdulero si eres crudivegano, pescatero si pescetariano, frutero si frugívoro o ni-idea si eres real fooder.

Para lo que te voy a contar te da un poco igual.


Cuando a mi abuela le dijeron que no iba a poder ir al mercado el mes pasado, se le saltó la alarma que tienen los niños nacidos en la posguerra de: 


“MEC-MEC, problemas para conseguir comida”.


(Una alarma que que yo intento filtrar sin éxito, y una parte de mí cree que en algún momento no habrá ni para latas de atún)

Pero esto no es terapia de grupo.






El caso es que yo le dije: 

“A ver no te agobies, voy yo mañana o pasado”.


No la convencí, claro. 


Porque no entendí que para ella eso es urgente. 

Porque es algo que no la va a dejar tranquila. 

Porque le crea demasiada incertidumbre como para disfrutar de la jubilación.

Es “normal”.



(Nota: si mi abuela fuera mi cliente, ya la habría perdido)








Pero hay algo que tampoco imaginaba:

Ella, en un teléfono con el que no se aclara, pues resulta que se aclara lo suficiente como para tener el número de su carnicero en la agenda (entre sus 15 contactos máximo), aunque no lo haya marcado en su vida.

La pillé a escondidas:



“Me pones un arreglo pa’l cocido, como me lo pones siempre.”

“Eso que siempre me llevo en lonchicas, un cuarto con la bandeja esa que siempre me pones para que no se me estropee.”

“¿Por cuánto voy? Pues hasta 50€ de jamón del que me llevo yo siempre.”

“Traémelo a mi casa. Me tocas y te dejo el billetico abajo”.



Sin problemas de comunicación, ni de pago, ni de dirección de facturación, de entrega o del apartamento en San Juan playa.

Y con ganas de preguntarle al carnicero si tenía a su madre bien, claro.



Supermercados, Apps y teorías de la optimización: chuparos esa.


“Lo que nos perdimos mientras nos hicimos ricos”, me dije otra vez más.








Si mi abuela tuviera que haber hecho algo complejo, no lo habría podido hacer. 

Pero a quién le compraba la conocía tanto que le resolvió todas las objeciones.


¿Tú las resuelves en tu web?

¿Tu cliente sabe que contigo será lo contrario a lo que él/ella/ello teme?

¿Le vas a echar un cable con sus miedos?

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Pablo

PD: A mí me gustaría que nos replanteáramos todo el tema de la confianza y las relaciones laborales post-covid. Pero igual es una paja mental y la rueda ya gira muy deprisa. Al menos algunos aún pueden elegirlo.