El otro día leí en diagonal una página de ventas de un curso para psicólogos.
Era de la competencia de un cliente.
¿Has escuchado eso de que nuestro peor enemigo somos nosotros mismos?
Pues no quiero ser cruel, pero esa página era tan aburrida que su peor enemigo era ella misma.
Mi cliente no.
Ella misma.
Si yo necesitara el curso tendría las mismas ganas de empezarlo que de volver a un estudio de arquitectura, con eso te lo digo todo.
Te cuento:
Como había dos ladrillos de texto escritos en “Español abogado” y con letra diminuta, pasé a ver qué decía la gente en los testimonios:
“He aprendido mucho con este curso espero poder aplicarlo, muchas gracias”
Ahí supe que necesitaba otro café.
“En general el curso me ha parecido interesante, estoy poniéndolo en práctica en mi trabajo, espero obtener buenos resultados.”
Te copio un par más y ya:
“El curso me ha gustado mucho. Me parece muy completo. Encantada con el curso y 100% recomendable. Muchas gracias.”
En esta vida nada es seguro, salvo el 100% recomendable en unos testimonios.
“Me ha encantado el curso, considero que ha sido muy enriquecedor y, además de ser online, se ha destacado muy bien la parte práctica del método.”
Cuando cuente 3, despertarás de tu sueño.
3.
Vale.
Si alguien piensa que el espacio que ocupan esos testimonios a ellos le sirven para vender me parece bien.
Te digo lo que pienso, aunque no me pidas opinión:
– Si el curso fuera la hostia, la gente no hablaría así, eso lo sé yo y toda la gente que no comprará el curso.
– Si eso es todo lo que te puede decir un psicólogo, apaga y vámonos.
– Si preguntas mal, responden peor.
Y ya para abrir un poco la mente:
El copywriting no sólo sirve para que la gente compre.
Pensar así te limita.
Cuando haces un curso, el copywriting sirve para asegurarte de que lo hacen motivados,
lo devoran,
lo acaban,
les explota la cabeza y quieren darte las gracias…
Para eso también es la escritura persuasiva
(que no manipulativa, ojo)
Para excitar al personal hay algo más aquí.