¿Una imagen más que mil palabras?
Mmm no sé... yo no me lo trago.
En mi experiencia sólo hay una excepción.
Sólo un tipo de imagen.
Sólo uno.
Y es tan extremadamente convincente que te lo cuento abajo junto con algo que me pasó, porque ayuda a vender más fácilmente e igual te interesa.
(Aviso: si ya lo has visto todo y “qué te va a contar otro vendehumos más en 4 líneas”, ojo que igual acabas de los nervios aquí.)
***
El 5º libro de Harry Potter salió en inglés cuando yo tenía 15 años y era un tocho increíble, demasiado para mi nivel B1 de la época.
El libro más el diccionario pesaban más que mi cabeza.
El caso.
Harry estaba muy colado de Cho Chang, una maga.
Yo vivía en la cabeza de Harry y no soy de piedra, entonces cuando él me la describía pues yo también me iba enamorando de ella, claro.
Mis ojos corrían por unos párrafos que me emocionaban:
¿Nos atreveremos a tirarle los trastos?
¿Nos hará Cho la cobra y haremos el ridículo?
¿Se meterá Hermione por medio y nos joderá el plan?
Fueron 3 días muy intensos, perdí la noción de la realidad.
Luego salió la película y fui a verla.
Había pasado tiempo, pero aún tenía a Cho en mi corazoncito.
Me quedé frío cuando la vi. La que estaba ahí, en la pantalla, no era mi Cho, yo no me había colado de esa chica.
“¿Quién es esa tía? Cho no es tan baja”
“No sonríe así”
“¿Por qué hace ese gesto raro?”
Yo no la había imaginado así.
Paradójicamente, al enseñármela, me la habían quitado. Resulta que al final, la imagen que valía para mí, era la que J. K. Rowling había dibujado en mi cabeza.
Repito:
La imagen que valía era la imagen que habían dibujado en mi cabeza
…porque a falta de información, mi cerebro la completó con lo que a él y a mí nos gustaba para hacerla más deseable.
Al final, resultó que había tantos millones de Chos como de lectores,
y esto es curioso:
También podría haber una imagen diferente de tu producto (la más deseable) en la cabeza de cada uno de tus clientes
…si es que se la dibujas con palabras.
Con fotos no, con palabras.
¿La imagen que tú quieres?
No, esa no.
La imagen que quieren ellos.
Si te pone tratar de interesar a todas esas personas que quieres ayudar, empezamos abajo.
Pero si crees que mejor más adelante, pues no pasa nada*.
* Nota: que no pase nada puede ser bueno o puede no serlo.

Un "Sobre mí" bastante rosa
En realidad me llamo Pablo López Barceló, pero con el cantante*, como para encontrarme en Google.
Así que al final el nombre artístico para el más pobre.
El mundo está cambiando…
Soy Arquitecto de formación “real”: la que sirve para tus padres y para que te repitas a ti mismo que la tienes, cuando lo que no tienes es ni idea de qué vas a hacer con tu vida.
No se me daba mal, pero no me apasiona el sector.
Viví 6 años en Suiza, con 6 meses de tomar aire con una mochila (nadie es perfecto). Como todo buen millenial, estuve a punto de plantearme si vendía mis “sueños de libertad” por un contrato indefinido o me metía en problemas.
La verdad, tardé más tiempo del que reconocería en una primera cita en entender que mi problema era que había bajado los brazos (ver paréntesis anterior).

Pero bueno. Un día me dije que «otro invierno suizo para el que lo quiera» y volví a España. Echaba de menos sentirme libre, el sol, las terrazas, el cachondeo y a mi abuela.
Por supuesto no en ese orden.
Así que ahora, carreras meteóricas aparte, me dedico a lo que mejor se me da: descubrir qué es lo valioso de la realidad y de los productos que miro (y admiro), entender por qué lo son, saber a quién pueden ayudar y por qué, y escribirlo de manera que entiendan que comprarlo les va a facilitar la vida.
Y a eso hoy lo llaman Copywriting.
No te aburro más.
Si te gusta la escritura, la comunicación y las ventas, lo mejor es que le eches un ojo a mi libro y entres a mi lista.
Si no te convence, al final de cada mail hay un botón para darse de baja.