"Piensas demasiado"
"Te comes mucho la cabeza"
"Eres muy complejo"
"No te ralles tanto, tío"
Eso se lo he escuchado a amigos, a conocidos…
Se lo he escuchado también a gente que no me importaba nada justo antes de salirme yo de sus vidas…
Y también se lo he escuchado a gente que lo era todo para mí justo antes de salirse ellos de la mía.
Por lo visto, era un defecto.
Era como esa parte que te avergüenza de ti y tratas de ocultar para que nadie «se haga ideas» o piense que eres raro…
Y así lo hice yo, hasta que por fin me di cuenta de que todo eso era una tremenda gilipollez porque los defectos no existen:
Existe lo que haces mucho y lo que haces poco.
Y quizá lo más razonable es coger lo que haces mucho y orientarlo a tu favor.
Vaya por delante:
Yo no empecé en el copywriting por supervivencia, esto no es la saga de Jason Bourne.
No hubo ni lloros, ni temblores, ni luchas.
No me faltó el aire, ni tuve que ir a buscar una bolsa de Mercadona para respirar dentro.
Yo en teoría estaba muy tranquilo en Suiza con mi trabajo de arquitecto y mis cuatro idiomas.
En teoría.
Pero es que cuando las cosas van bien en teoría hay que llevar mucho más cuidado que cuando van mal… porque cuando van bien en teoría te consumes poco a poco y no te defiendes.
No te defiendes porque los números te dicen que todo va bien en teoría:
¿O tú sí llamarías por teléfono a tu abuela (a la que sacaron del colegio con 8 años) para decirle que vas a renunciar a un contrato indefinido con sueldo suizo en plena crisis porque «te falta algo»?
Eso en teoría es de ser un niño mimado.
Al volver, decidí cambiar el mundo superficial que tenía como arquitecto por uno tan profundo como el del copywriting.
Y me vas a entender enseguida.
Igual hasta te aprovechas de eso, o sólo te parezco un tarado y hasta aquí hemos llegado.
Veamos:
En algunos trabajos de arquitecto no pasa algo que es clave para que las cosas tengan sentido y es esto:
Llegar dentro de la gente a la que ayudas.
Suena a cliché, pero que eso falte, a mí me hace sentir vacío.
No poder llegar a lo peor y a lo mejor de alguien jode mucho cuando te gusta meterte en la vida de los demás tanto como a mí.
Me faltaba conflicto, evolución, dolores, sueños, mentiras… me faltaba lo mejor.
Me faltaba todo eso para poder pensar cómo provocaba en las cabezas de la gente ese click, esa conexión, ese “es cierto…”
Porque ahí empieza todo.
Y así empezó todo:
Descubrí el copywriting, y me di cuenta de que por fin iba a poder pensar tranquilo y sin que nadie me tocara las narices.
Por fin podía ser feliz dándole 700 vueltas a las cosas.
Oh, sí…
Porque un mundo en el que no pueda pensar mucho me parece un puto infierno y no lo quiero ni media hora.
Y el copywriting, para mí, es ese espacio seguro donde puedo rallarme hasta donde me da la gana con los problemas de los demás… para luego agarrarles por ahí abajo y moverlos a otro lugar mejor*. Es decir, venderles una solución.
Antes de volverme de Suiza le pregunté algo muy revelador a mi ex-jefe el arquitecto (él tenía 42 años, dos jamacucos y una orden de alejamiento y esto no es broma):
– Oye Sam, ¿qué voy a aprender contigo en 10 años?
– A dirigir una obra.
Hoy he aprendido de:
Productos para personas mayores…
Academias de idiomas…
Asesorías…
Coches y camiones…
Farmacias…
Fitosanitarios…
Instalación de paneles solares…
Coaching para mujeres maduras, esteticistas, empresas…
Delivery de comida…
Novelas negras…
Suplementos alimenticios…
Tatuajes y piercings…
Venta de terrenos…
Venta de comida a domicilio…
Dietas para bajar peso…
Zapatos de mujer…
Servicios audiovisuales de streaming…
Aromas para el hogar…
Recursos humanos…
Cursos de repostería…
Alimentación vegana…
Kinesiología…
Cultivos ecológicos…
Inmobiliarias…
Recambistas de vehículos industriales…
Psicología y psicoanálisis…
Terapia…
Nutrición…
Autoescuelas…
Peluquerías…
Asistencia a personas con alzhéimer…
Despachos de abogados…
Casas rurales…
Medicina…
Teleprónter…
Multideporte para niños…
Tapicería…
No me parece mal cambio.
Resumiendo:
Vender es conectar con un lugar muy hondo de alguien para que quiera que tú formes parte de su vida, y eso no es ninguna tontería.
No es poner un código con el 10% y un reloj al lado con una cuenta atrás.
Es otra cosa.
Por si acaso esos matices pueden serte útiles, hablo de ellos en mi lista:
>> Si decides que todo esto no es suficiente para ti y necesitas ver lo que dicen de mí en Vogue, en Antena 3 o en mi comunidad de vecinos, haz click aquí.
>> Si prefieres que te cuente por qué la gran mayoría fracasa con los textos de su negocio, haz click aquí.
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