Hoy he pasado mala noche y tengo las neuronas de despedida de soltera en Benidorm.
Pero una cosa sobre los clientes.
Nada muy denso, que me duele la cabeza.
Solo una cosa que descubrí cuando empecé, y otra cosa que veo en la gente con más potencial.
Dos cosas en total.
Cuando empecé, asumí algo que no es cierto.
(Igual esto te sirve si vendes servicios)
Al principio asumí algo que no se corresponde con la realidad:
Como copywriter, cuando veía la comunicación de las empresas y me sangraban los ojos y me llegaban flashes mentales con montañas de dinero quemado, me decía:
“Me contactará la gente que no tenga ni puta idea de ventas”
“Me llamarán porque andan perdidos”
“Me dirán que si les ayudo”
No siempre.
A ver, claro, esa gente también te contacta, pero esas colaboraciones duran menos.
Aprendí esto:
Quien me contrataba y la cosa duraba, tendía a ser una personas con la capacidad crítica suficiente para, lógicamente, entender la importancia de llegar más adentro.
Podemos pensar, como yo al principio:
“Si no tiene ni idea, le hace mucha falta llegar adentro”
Pero la realidad es que si no tiene ni idea, ni olfato, ni visión de sus propias oportunidades… pues no sabe lo que le hace falta.
Eso es así.
Para valorar algo, uno tiene que tener al menos la visión.
No saberlo todo, pero sí tener la visión.
Y para tener visión hay que saber algo, sentir algo, haber experimentado algo.
Un jarrón no tiene ojos y no sabe si le hacen falta.
Igual te parece muy obvio, pero me di cuenta de que no tiene nada que ver con el dinero.
Nada que ver con el dinero.
Pero todo que ver con la visión.
Si no ves, no entiendes un poco mejor la realidad.
Aunque la mires.
Aunque la tengas delante.
Y si no entendemos cada vez un poco mejor la realidad, no nos pasaremos la pantalla.
Pero ya te digo:
He pasado mala noche y tengo las neuronas de erasmus.