Si confías en tu producto.




Todos sabemos que cuando tienes algo que es bueno y por lo que mucha gente pagaría si supiera lo bueno que es, vas a tener problemas.

Unos buenos, otros malos.




Uno muy malo es saber qué te quitas de en medio.

Qué te hace perder tiempo.

Qué no te sirve ni para avanzar ni para ver crecer tu proyecto.

Porque el problema no es que no hayan opciones que vayan a enseñarte cosas que pueden ayudarte.

De eso hay sobredosis.

Pero en mi opinión (que vale poco y no me pides) a veces el secreto no está en saber más.

Está en saber ignorar mejor.

Saber ignorar lo que no nos va a ayudar a ir para adelante.

Saber aislarse de todos esos cantos de sirena.




(Quizá también sea mejor leer un buen libro 3 veces, que leer 3 libros)




Pero hay problemas buenos.

Uno es ver qué partes de lo que tú eres o de lo que tú haces pueden ser tan buenas que más gente decida confiar en ti.

Qué partes tiene sentido contar.

Y cómo contarlas.




Otro también muy bueno es cómo hacer que eso que vendes se inserte perfectamente en la vida de quién te lo va a comprar.

Cómo hacer que tenga sentido.

Para él o para ella.

Sentido.

De todo lo que vendes, algo.

Una cosa.

Sentido.

En todo caso, que tenga más sentido que coger ese dinero e invertirlo en otra cosa diferente que también quiere.

O en otro alguien parecido que también le gusta.




Para eso, hay que saber entrar bien en las cabezas de la gente.

De forma profunda, de forma adulta.

(de forma adulta si no tienes un kiosko o una juguetería, y de forma profunda porque hasta la compra más tonta esconde un deseo de ser alguien)

Para que tenga sentido para más gente, abajo.

Mucho más, aquí