Rojo con rosa da bastante cosa.





El paseo de por la mañana en ayunas (hasta de smartphone) para oxigenar el cerebro, a menudo es de los pocos momentos que a uno le dejan mirar a la realidad tranquilamente.

Cuando voy esquivando gente con mascarillas, hay cosas que no entiendo.

Una, es por qué 12 personas hacen cola en un cajero automático a las 8 de la mañana.

No sé cómo se explica eso.

(menos mal que no son clientes de mis clientes)




Algo me llamó la atención en esa cola.

Había un hombre con un polo rojo y un pantalón corto rosa.

Polo rojo.

Pantalón corto rosa.

Rojo y rosa.




Vaya por delante que la moda ni me vuelve loco ni se me da bien.

Pero rojo y rosa.

Y dije: El polo está bien. El pantalón, bueno, podría no estar mal.

Pero, ¿por qué es raro?

Porque quizá no ha pensado en la coherencia del conjunto.

Ha pensado por partes. Ha querido que todo fuera especial.






Si todo es especial, quizá nada sea especial.

Si nada es especial, seguro que nada es especial.

(sí sí, prometo que me sé las tablas de multiplicar)






Pero esto, que lo razona mi primo de 10 años, no lo hacen muchos proyectos online.

Son proyectos tan, tan especiales, que no te dejan ver lo verdaderamente especial.

No puedo ver el bonito polo rojo porque me lo tapa el pantalón rosa.






Otros, son tan tan aburridos, que no quieres ni mirarlos.

No hay una pizca de expresión. No hay humanidad.

“Perfecciones” de lavabo de hospital.






A casi todos nos queda claro con la ropa,

pero a casi nadie le queda claro con los textos.

Ya sabes, nada como una buena

integración de todos aquellos servicios que constituyan un valor añadido y que puedan permitir a nuestros clientes dedicarse a su negocio.”

para gobernarlos a todos. O a ninguno.



Si no saldrías a la calle con un polo rojo y una camisa rosa,

¿saldrías al mercado así?

Suscripción

Pablo.

PD: porque se ve enseguida cuando uno lo tiene claro.