En este email te cuento cosas que son muy interesantes si:
1. Te preocupan más las ventas que el espejo.
2. En algún momento tienes que evaluar un texto.
Eso, y por supuesto el pésimo testimonio que he recibido.
No te hago esperar más:
Hace poco entregué un trabajo.
Te podría contar mil matices de ese trabajo, pero me saldrían 10.000 palabras y me dormiría yo antes que tú.
Así que te dejo con mi pésimo testimonio:
“He estado analizando todo y veo muchas cosas a mejorar.
En general, estamos viendo que has copiado mucho todos los datos que yo te di, únicamente has cambiado matices.
Pensaba que le ibas a dar un cambio a los textos, haciéndolos diferentes, no se si me explico… pero no parecen textos de un copy.”
Cuando leí “no parecen textos de un copy” sonreí, pero también supe que ahí se acababa todo.
Por orden:
“He estado analizando todo y veo muchas cosas a mejorar.”
Esto (si no has probado cómo funciona un texto) es como ir al ingeniero y decirle que has mirado por encima sus planos de hormigón y que ves muchas cosas a mejorar.
Ok.
“En general, estamos viendo que has copiado mucho todos los datos que yo te di, únicamente has cambiado matices.”
Inventarme datos quizá sea una opción. Yo… no la practico.
“Pensaba que le ibas a dar un cambio a los textos, haciéndolos diferentes, no se si me explico…”
Esta me lo salto por evidente.
“No parecen textos de un copy”
Ahí está el chiste.
¿Me preocupa?
Pues mira la ironía.
Ese mismo día, justo ese, me escribieron otros tres clientes:
– “Si tú lo ves mejor de la otra forma perfecto Pablo, ya sabes que confío en tí al 100%”
– “Pablo, gracias por tus textos, me gusta mucho verme a través de ellos. Un abrazo.”
– “Mancantaaaaa lo que le has propuesto a ______ (palmas)”
El mismo día.
El día de antes no, justo ese día.
Hace tiempo le leí a Daniel Throssell que si eres copywriter y sabes que tus clientes no van a medir sus resultados, que lo mejor es entregar algo que les guste y ya está.
Que le guste al cliente.
No al cliente de ese cliente (que es el que compra).
No, a ese no.
Al dueño de la empresa.
Decía que así ese tipo te recomendaba, y que luego ya, cuando se pone la cosa fina, pues haces tu trabajo.
Tiene sentido.
Pero yo no lo hago.
Este cliente llegó antes de la era testicular y tenía unas condiciones buenas para su ombligo y menos buenas para sus ventas.
Eso se acabó.
Por el bien de todos.
Ahora, quien quiera mirarse el ombligo que se busque a otro.
Yo sólo escribo para gente que lo que realmente quiere es vender más sin hacer el ridículo.
Si alguien necesita piropos y fantasía, que se abra Tinder y no se lo diga a su marido o a su marida.