Hacer muchas cosas está bien. Hacer muchas cosas bien está mejor todavía. Pero cuando en tu negocio haces muchas cosas y las haces muy bien, puede que nuevos clientes (que no vengan recomendados) te peguen un portazo. Y quizá piensas que no pasa nada si eres grande. Pero por si te interesa que esa gente no pegue el portazo, te cuento. Hay cosas que no se pueden comunicar de golpe. A un niño de 10 años no pueden pretender explicarle el cuerpo humano en una clase de 55 minutos. El cuerpo humano es la hostia y hace muchas cosas, seguro que sí. Pero hasta el día en el que nos pongan un puerto USB en la frente, habrá que hacerlo de otra manera. Es lo que hay. Eso lo tenemos claro. Ahí no hay más discusión. Ahora, ¿qué pasa? Que uno tiene que saber lo que decir primero. ¿Me interesa a mi los ex-novios “mazo tóxicos” de una chica mona? Puede que un día sí me interesen. En la primera cita, desde luego que no. Si te fías de lo que yo te diga, entonces te diré que puede que este ejercicio sea el reto más grande que tiene alguien que se dedica a que los demás entiendan muy rápido que lo que tienen delante merece toda la atención que puedan darle. A veces es todo un ejercicio de humildad. Hay cosas que nos tenemos que callar en ese momento, aunque sepamos que son verdad. Claro, eso lo hace la gente que que cumple dos requisitos. Dos. 1. No ponerse a sí mismos por encima de todo y de todos. 2. Ponerse a pensar. Si sospechas que la gracia está en interesar en lugar de avasallar, podemos trabajarlo abajo para que quede atado y listo para atraer a más clientes. Hay algo más aquí PD: Y para ganar más dinero, todo sea dicho. |