Qué elegancia la de Francia (Microlección).

Nunca pensé que días tan grises pudieran ser tan productivos.

Hace poco terminé unos textos bastante especiales para una cliente con más páginas en el CV que películas de Fast&Furious.

(No digo “A todo gas” porque los latinos me hacéis bullying, ni “Rápido&Furioso” porque entoces nos reímos los españoles… y empezamos a hablar de saqueos y de reggaetón, como siempre)


No nos desviemos.


El caso es que la cliente (como hubiera hecho yo hace un tiempo y todos tendemos a pensar por naturaleza), entendió que su web iba a ser la oportunidad para reflejar, punto por punto, todo lo que había conseguido.

Que como digo, es muchísimo.

Y “hay que ponerlo todo”.


Ya sabemos… cuanto más azúcar, más dulce.


No me entendáis mal. Yo no digo que poner un CV esté mal. Digo que no es persuasivo. Que no activa el cerebro reptiliano de nadie.

No le dan ganas de nada.







En mi experiencia, solemos resistirnos a esta idea, porque todos estamos enamorados de nuestro recorrido. Somos humanos.

Ese CV refleja todo lo que nos costó y por lo que sufrimos.

Todo lo que profesionalmente nos hizo lo que somos hoy.

Todo lo que nos diferencia de los demás.

Toda nuestra individualidad.







¿Qué nota le dí a mi cliente?



“Si te fijas, voy (… Censurado …), en lugar de apabullarles con tu CV. Esto impacta más porque se te percibe como menos necesitada de demostrar nada. Es un poco como aquello de que los ricos se compran camisetas de Calvin Klein donde no pone Calvin Klein, y los que no tienen un duro las que lo ponen bien grande y en medio. Y todos al final sabemos quién es quién.”


Bueno, igual como es gratis no le ves valor. Pero por si te sirve de algo hacerte esa reflexión para los tuyos, aquí te la dejo.



Esta estrategia y otras, te las presentaré pronto con mi página de ventas.


Pero si quieres hacerlo ya, es por aquí.

Suscripción

Pablo.

PD: Sin censuras.