Hoy te quiero comentar algo que es copywriting puro.
Puro.
De la vieja escuela, que siempre será la nueva.
Y todo sin calentarnos mucho la cabeza, que no está el termómetro para eso.
Esta mañana he estado analizando los textos de la web de un cliente para ver qué estaba frenando a la gente.
A ver, hay muchas cosas que los están frenando.
Pero vamos a hablar del primer freno.
Luego habrá 12 o 37 más.
No lo sé.
Pero el primer freno es el más importante.
Porque si me frenan nada más empezar, luego puedo escribir la fórmula de la felicidad y no servirá de nada:
No habrá nadie en la sala para escucharla.
En la web de mi cliente, se lee:
“(Aquí lo que él vende)
El más rápido, el más barato y con los mejores profesores.
Te lo explicamos todo.”
Claro, en principio…
¿Cómo vas a luchar contra algo bueno y breve (dos veces bueno)… y además bonito y barato?
No se puede
Esa oferta sería perfecta…
…si alguien se la creyera.
Pero eso no se lo cree nadie, aunque sea verdad.
Me repito más que el ajo pero lo diré otra vez:
El único sitio donde sirve que algo sea verdad es en la cabeza de un cliente.
Y si ahí no es verdad, hay que ponerse a trabajar… o tendrás una oferta imbatible en la que no confiará nadie.
Eso es así.
Por estas cosas hay que escribir bien.
Y escribir bien no significa lanzar a la cara un folleto que se lee en 10 segundos con 3 cosas buenas (que no se va a creer nadie) en mayúsculas y rodeadas de una nubecita (que aquello parece una hostia en un comic de Son Goku)
No.
Escribir bien es llevar de viaje a la gente poco a poco para que en 5, 10 15 minutos… o en 15 días, me da igual, se digan:
“Vale, es esto.”