El fin de semana ha sido una locura y tengo 10 minutos para escribir esto.
Pero si tienes algo muy bueno, puede que sea importante para ti.
Me voy a pasar de amigo creo.
Espero que lo aprecies.
Hace un año y pico estuve hablando con un chico que tenía una empresa muy grande de estética en Logroño.
Abarcaban mucho:
Mejores máquinas,
Mejores servicios,
Mejores.
Menos el precio, todo mejor.
O sea, todo bien.
El caso es que tenía una máquina de depilación láser que era una maravilla porque no dolía.
(No entiendo de máquinas de depilación, te cuento lo que me contaron)
Que el resto eran más baratas, pero dolían como la madre que las parió.
Pero que la suya no dolía.
¿y qué pasa?
Lo que pasa siempre cuando tenemos algo bueno:
Que aunque sea verdad la gente no va a creerlo.
Hay que demostrarlo.
Le dije a este chico una cosa muy tonta:
“Oye, si no duele, ¿por qué no les dices que si al final les duele a esa sesión invita la casa y no se habla más?”
(Por supuesto esto no es suficiente, sino cada curso con el banderín al lado del botón de compra en plan:
“Garantía de satisfacción de 30 días”
…pues toda esa gente lo estaría petando y no es así.
Pero esto tenía más fuerza porque era un servicio.)
Me dijo que pensaba que entonces todo el mundo le iba a pedir la devolución.
Que se iban a pasar de listos.
Esto es un miedo clásico, pero la realidad no funciona así.
No te voy a venir con el rollo de “hay que confiar en el ser humano” porque ahí ya nos metemos en aguas turbias.
Pero lo que sí está bien hacer es:
1. Aprender cómo funcionamos por dentro y…
2. …crear una situación hay más probabilidades de ganar que de perder.