Hace tiempo una chica de la lista me contactó.
No sé si sigue por aquí, sé que se llamaba Mayte.
Mayte me confesó:
“Me repele escribir y siempre pienso que suena absurdo”
No se refería a escribir poemas.
Se refería a escribir para vender más.
Lo que ella sentía es normal y le pasa a mucha gente, pero también podría no ser normal y no pasarnos.
Hablemos un poco de esto.
Seguro que alguna vez empezaste con algo nuevo:
Idioma, instrumento propio o ajeno, deporte… lo que sea.
Eso seguro que lo has vivido.
Ahora, lo que igual no has vivido es la sensación de “ridículo por vacío”.
“Ridículo por vacío” es cuando aún no tienes integrados los principios de eso que estás haciendo dentro de tu cabeza… y vas tan libre que te preguntas:
“¿Estaré haciendo el idiota?”
Y al tiempo te das cuenta de que sí y no pasa nada porque la vida también es eso.
Recuerdo la primera vez que en la facultad me encargaron proyectar una plaza.
Ya ves tú.
Una plaza.
¿Qué puede haber ahí de complicado?
Pues todo y nada.
– En una plaza mal parida nada.
– En una plaza bien parida todo.
Lo que pasó fue que como no tenía ningún conocimiento al que agarrarme, me sentí ridículo mientras la hacía y otra cosa:
La plaza quedó tan fea, pero tan-tan fea
…que seguro que algún Ayuntamiento la hubiera aprobado.
Eso no lo sabía allí pero lo sé aquí.
Recuerdo lo que me dijo entonces un profesor y tenía razón:
“Lo peor que te puede pasar es que que lo puedas hacer todo”
Se refería a no tener límites cuando creas algo.
(Mucha gente del sector wellness que se abraza en retiros de forma muy CoNsCieNTe no estará de acuerdo conmigo, pero los límites dan sentido a las cosas)
Resumiendo:
Cuando escribes para vender hay ciertos principios, matices, lugares… a los que tu cabeza debe estar mirando.
Así no improvisas dentro de tu cabeza.
Miras fuera, y escribes.
Porque si improvisamos dentro de nuestra cabeza y conectamos con nuestro “Yo creativo” por experiencia ajena te diré que lo que sale es un:
¿Te lo vas a perder?
Pista: sí