Persuasión nivel barrio sésamo para gestionar dictadores.

El otro día ví una conferencia.

Era de una chica que contaba muchas cosas interesantes sobre los monos trucados, es decir, nosotros los humanos.

Esta chica hablaba con su power point al lado de un tipo de persona muy específico.

¿Qué tipo?

Da igual, eso no es lo importante.

Lo importante es la estrategia que esta chica había desarrollado para gestionar a este tipo de personas como a marionetas.



El tipo de persona del que esta chica hablaba era un tipo difícil.

Iba mucho a su bola, 

muy libre,

muy tirano

(independientemente de lo marrano)

Alguien que tiene escrito en la cara “mi máxima prioridad es pasar de ti”

Pero todo el mundo tiene una grieta.



Entonces esta chica, que era la madre de un hijo así

(agárrate los machos Andresín)

…pues sabía que no le podía pedir nada.

Que si se quedaba sin pan, no podía decirle:

“Oye, ¿puedes ir a por el pan?”

Porque ahí se armaría una parecida a la del programa ese (no sé cómo se llama) donde los hijos les liaban unos cristos a los padres de mucho cuidado.



¿Qué hacía la chica?

Decir algo como:

“Madre mía, no queda pan”

Y como por arte de magia el hijo bajaba a comprarlo.

No porque el hijo estuviera deseando bajar, sino porque se le había hablado de la forma que el hijo necesitaba para activarse.



Y así con todo.

Si decía “pásame la sal” mal.

Sí decía “a esto le falta sal” tenía la sal en la mano al segundo.

(Y sí, lo he probado con el tipo de gente que esta chica comentaba y sí, funciona.)



Mira te digo una cosa pero igual no te la crees:

Lo que ofreces es importante.

Pero cómo lo ofreces y cuándo lo haces, es igual o más importante.

Y de verdad, es que no hay que hacer un experimento para esto:

Solo hay que ver la gente buena que no para de trabajar y la gente buena que no.

Está ahí. 

Y ajustar esto no es fácil, por supuesto que no.

Pero es que es muy rentable asegurarte de que no estás fallando aquí

hay algo más aquí