Esta anécdota tiene mucha importancia si quieres que tu cliente nunca se sienta insultado por tu manera de hablar. También para que no se confunda, ya sabes. El “punto dulce”, como dicen los yanquis. Hace años, yo aún estaba perdido en Suiza pensando qué coño hacía con mi vida. Y como no tenía ni puta idea, pero sí tenía un título, me puse a buscar trabajo de arquitecto. En esos momentos (y esto no ha cambiado) escribir una carta de motivación me apetecía más o menos lo mismo que comerme la rueda de un camión… Así que para asegurarme de que lo hacía me iba al bar donde trabajaba la chica que me gustaba y esas cosas. Allí, una tarde tonta, escuché una conversación. No miré, pero en la mesa de al lado una mujer conversaba con un tono muy calmado: “Bueno, eso es lo que Pepito te ha dicho. Ahora tú tienes que valorar si es verdad o mentira. Debes filtrarlo. No puedes darle todo ese poder a él.” Joder, qué gusto–me dije. Al menos no es el: “tío, no te ralles, pídete otra cerveza” de rigor. La mujer, serena, seguía: “Eso es lo que Pepito te ha demostrado, ahora tú tienes que valorar si vas a querer pasar tiempo con alguien que piense eso de ti” ¡La hostia! Si muchos que se siguen arrastrando por clientes que les hacen la vida imposible lo aplicaran… –me dije. (Bueno, eso no me lo dije porque no lo sabía) Pero el caso: La cosa se puso tan “consciente” que tuve que girarme… Y vi a una madre hablando con una niña de unos 5 o 6 años. Le estaba hablando a un nivel y con una calma con la que rara vez los adultos se hablan entre ellos. Esa madre sabía que su hija no sabía, no que fuera idiota. No es idiota. Es una niña. “¿Me quieres decir que no hable a la gente como si fueran tontos?” También, pero hay más. Como comentaba ayer con una cliente mía que se dedica a formar a gente en técnicas de medicina alternativa y desarrollo personal: Las conversaciones que se escuchan hoy, no son las que se escuchaban hace 15 años. Hoy el desarrollo personal, por ejemplo, forma parte de las conversaciones cotidianas. Por estar, está hasta en los sobres de azúcar. Está en cada frase de cada persona que sale posando en Instagram. Está. ¿Se puede vender eso o cualquier otra cosa igual que antes? Se puede. Si no te importa vender menos. Ahora, si tú lo que quieres es que hagamos un trabajo serio para transformar lo que tu cliente tiene en la cabeza en más ventas para ti, mis fechas están abajo: Hay algo más aquí |
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