Esta es la historia de un prejuicio.
Un prejuicio no rentable.
Logré que me lo gritaran a la cara en un bar.
Me lo gritó un amigo.
Y esto tiene mérito, porque este amigo es un tío tan tranquilo que tendría una conversación pacífica hasta con esa gente que dice que “mejor nos caiga una bomba a todos en este mundo corrupto de mierda” y vive del Estado.
Hasta a esa gente mi amigo les prestaría toda su atención.
Imagínate.
Lo llamaremos Amigo-1
Estábamos Amigo-1, Amigo-2 y yo hablando de ventas:
– Productos en tiendas físicas.
– Servicios de ticket alto.
– Productos en Amazon.
En un momento, Amigo-2 nos contó que otra empresa que hace las cosas peor que él le había demostrado que, con un enfoque diferente, puede vender “lo mismo” que él un 25% más caro…
Entonces (como quiero que mis amigos ganen pasta) le dije a Amigo-1:
“Escucha, porque esto te interesa mucho.”
Se lo dije por dos cosas que había comentado antes.
Se entienden mejor juntas:
1. Amigo-1 nos dijo que tenía dudas sobre pasar “la barrera psicológica” de los 100€ con su producto, que vale 97€.
2. …y luego nos contó que cuando se quedó sin stock por lo de China, subió el producto a 127€ y se vendió igual.
Cuando le dije que prestara atención a lo que había hecho la competencia de Amigo-2, Amigo-1 me dijo que no tenía ni puta idea.
Pero así:
“No tienes ni puta idea.”
Porque decía que lo que yo proponía valía para servicios y para venta de productos en web.
Pero que eso en Amazon no valía.
Se levantó y se salió.
(Lo gracioso es que otros que venden productos en su web también me han dicho que lo que yo hacía estaba genial, pero que sólo se aprovechaba vendiendo cursos)
Pues vale.
Vendas lo que sea, del precio que sea y como sea, o hablas o la gente no se entera.
Eso no cambia.
Y si no se entera, pues la tendencia es a protegerse.
Para que eso no frene tu negocio: