Mejorar tu producto no hará más feliz a tus nuevos clientes, eso es así.

Repito:

Mejorar tu producto no hará más feliz a tus nuevos clientes.

Eso es así.

A los antiguos sí, durante un momento pequeño.

Luego ya no.

Si tu cliente no siente el progreso que compra en sus carnes o tiene una experiencia tremenda, las mejoras en tu producto no le harán más feliz.

Y esto es una putada en un mundo con unas cabezas tan ocupadas en tener miedo que no dejan a las carnes sentir muchas cosas. 

(Por supuesto, me ha pasado)

Esto lo aprendí en Suiza.

Te lo cuento rápido:




Yo llegué allí y soy de pueblo, entonces como no vivo en Madrid ni en Barcelona pues era la primera vez que iba al trabajo en tren.

Vivía en Lausanne

(Lausana para los turistas)

Y trabajaba en “Mogshhhhh”

(Morges para los turistas)

Iba en tren.

Suiza tiene el mejor sistema de transporte público del mundo y ese tren duraba 10 o 12 minutos, no me acuerdo.

En coche eran 3 o 4 más y había que conducir, qué pereza.

El caso es que llevaba tres semanas yendo en tren y llegaba siempre a la misma hora.

Minuto arriba, minuto abajo.

Un día, al salir del curro, subí la cuesta al andén y vi en el cartel de mi via:

“4 minutos de retraso”

“¿4 minutos y avisan? Qué bueno, pero menudos asfixiados estos suizos, ni que fuera media hora”–algo así me dije yo, que soy español.




Un tipo subió al andén un minuto después que yo.

Recuerdo a ese tipo porque iba con muletas y tenía cierta cara de persona a la que le hicieron pasar un mal rato el resto de niños en el colegio.

(“Qué raro, si los niños son ángeles de los que tenemos que aprender todo”–se dice gente con pelo fucsia que ha decidido que no quiere niños, solo quiere admirar la idea de los niños. Esa idea entre otras.)

Pero no me lío, el caso.

Cuando vio el cartel, este tipo con muletas y cara de haber pasado un mal rato en el colegio hizo tres cosas:

1. Pegó un gran resoplido.

2. Puso cara de que le habían jodido todos los planes de la tarde.

3. Dijo: “Incroyable, putain, toujours la même chose”

(Algo así como: “Siempre igual, me cago en las cabras”)




Se lo conté a Rafa, un ingeniero de la sección de al lado, y me dijo:

“Yo cuando vine a Suiza me dí cuenta de que el ser humano no está hecho para ser feliz.”

Debatible, sí, pero ahí está eso.

Si los suizos se preocuparan de hacer que esos 4 minutos pasaran a 1 minuto, y un día hubiera 2 minutos de retraso…

¿Crees que ese cojo que no almorzaba en el patio sería más feliz?

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