Parejas. Sabemos que existieron, existen y existirán muchas que arreglan sus problemas de comunicación y estancamiento con el clásico: “Tengamos un hijo.” Muchas marcas hacen lo mismo. Cuando su comunicación no tiene ni la mitad de impacto del que debería y quieren “vivir” o “prosperar” en el mismo ecosistema en el que ya están los elefantes que han construido su valor a base de publicidad, años y modelos guapetones… …pues en vez de empezar por comunicarse mejor, llegan a la misma conclusión que las parejas: “Contratemos una influencer.” Te cuento esto porque ayer estuve negociando un proyecto de colaboración con unos chicos que tenían varias marcas de zapatos. La verdad, es un nicho que me hace especial ilusión porque mi pueblo (Elda) tradicionalmente ha vivido de eso. Donde ibas, te reconocían por eso. (Salvo un día que nos sorprendimos cuando nos cruzamos con unos que nos dijeron “¿Sois de Elda? Buah, no veas la coca de allí primo” pero esa es otra historia) El caso: Esta chica era la responsable de esa marca. Su marido el fabricante. Y me contaron cosas “curiosas” que les habían sucedido tratando de colocar esos zapatos. Esta chica me decía que le había mandado sus zapatos a una influencer, con detalles precisos: 1. Qué nombrar y qué no. 2. Qué destacar. 3. Dónde les tenían que dejar una reseña. Claro, luego pasó algo bastante predecible: 1. Los nombraban mal. 2. Hablaban de lo que les salía del chichi. 3. “Me encantan, son muy bonitos”–como reseña en Facebook. No vivo en una cueva (aún) y sé que el magnetismo de los influencers mueve mucha gente y mucho dinero. Que los “líderes” nos inspiran, nos hacen pensar menos y proyectamos nuestras aspiraciones en ellos. Lo sé. Pero te cuento lo que pasó a una marca “no conocida” que “no iba a pagarle 800€ por una foto a nadie” esta vez. Esta vez. Las demás veces no. ¿Qué pasó? 10 influencers les escribieron para decirles que les regalaran un zapato. 1 chica les escribió preguntando por precio. Luego ni se supo. 0 ventas. Espero que hayas visto varias fugas de recursos aquí, pero vamos a hablar de la base de todo: Regalar tu voz a la bruja de turno a cambio de unas piernas para poder andar, como la sirenita. El problema cuando tú no transmites tu esencia de forma clara y reconocible, es que puedes caer en la tentación de delegar esto a los demás. Pedir que te lo vendan. Que te dejen un comentario… Regalar el único poder que tienes. (ese y la calidad de tu producto) Sí, regalarlo. Porque si tú no hablas, entonces tendrán que hablar otros por ti. (que nadie te asegura que sepan hacer la “O” con un canuto) Y también tendrás que dejar que sus reseñas de “Muy contenta, los recomendaré a todo el mundo” sean las que vendan. No hay problema. Pero por si quieres trabajar primero tu mensaje y tener la casa bien construida, tengo un servicio abajo. Hay algo más aquí PD: Y luego si quieres contratar influencers, al menos que la gente que traigan sepa lo que vales cuando llegue a ti. PD2: Empezaríamos tarde, pero es mejor que nunca. |
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