Manzanas del Nepal y frases inútiles (y demasiado comunes)



Esta mañana estaba auditando unas campañas y ojalá hubiera pasado algo excepcional, pero no.

Ha pasado lo de siempre.

Y como pasa siempre y este fallo va a hacer que la gente te ignore, pues te cuento una historia y así entiendes el problema de raíz.




Igual no me crees, pero cuando he leído:

“Las mejores marcas, siempre a disposición de nuestros clientes más exigentes.”

Me he acordado del día en que me compré tres manzanas en Nepal y salí del hechizo de los países ricos.

(el hechizo de vender muy mal, por si te interesa)




Paseaba por Katmandú, tenía hambre pero no me apetecía sentarme a comer, y cuando vi a un señor con un puesto de manzanas le dije con los dedos si me podía dar 3.

Simple.

Me metí dos en la mochila, le di un bocado a la otra.. y durante 5 segundos tuve 10 años otra vez.

¿Porque no comía manzanas desde entonces?

No.

Porque no comía manzanas que sabían a manzana.

Que sabían a agua sí, de esas hay muchas en casi todos los supermercados.

Pero que sabían a manzana no.

Algo me estiró de la camiseta para atrás 20 años. 

Y ahí me di cuenta de que gota a gota, nos habían quitado el sabor y nos habían acostumbrado a comer manzanas que saben a agua.

Es decir, que no saben a nada.




Y tú me dirás, ¿y a mí tus manzanas que coño me importan?

Y yo te diré que las manzanas casi fijo que nada.

Pero que olvidarse de lo natural, pues sí debería de importarte y mucho.




Porque hoy, tras años y años de mensajes que no nos dejan sabor a nada, si uno se pone a vender como una manzana que sabe a manzana, pues igual la cosa cambia.

Pero tantos años con los mismos mensajes que saben a agua, se nos han olvidado los sabores de verdad.


“Los mejores profesionales”

“Las mejores condiciones”

“La máxima garantía”


¿A qué sabe eso?

Hay algo más aquí

PD: Si seguimos así, un día una manzana y un tomate sabrán a lo mismo. A nada. En ventas, no hace falta esperar a ese día, porque ya llegó.