Love of Lesbian.



Hace casi 10 años, dos chicas se mudaron a Berlín.

Las dos huían de una ciudad que ya no disfrutaban.

Una de Alicante, otra de París.




Una sabía casi seguro que le gustaban las chicas, y acababa de dejar una relación con una en España.

Otra no sabía que las chicas podían gustarle también, porque vivía con su novio en París.

Este novio fue a Berlín a verla y la dejó en el mismo aeropuerto.

Y ella, tras haberse preguntado durante todo un año cuánto de su personaje era en realidad ella, y cuánto era la costumbre, empezó a mirar.

La otra chica, también empezó a mirarla.

Se miraron y se enamoraron.




Pero como el curso no era para siempre, Berlín tampoco.

Y cada una volvió a su casa.

Una a París, otra a Alicante.

Videollamadas, teléfono, comprar vuelos.

Pasó un año.

Más videollamadas, más vuelos, más planes…

Pasó otro año, pero seguía la ilusión.

Una le hacía más bonito Alicante a la otra,

y la otra le hacía más bonito París a la una.




Una se mudó a Londres por trabajo, y la otra iba a mudarse con ella a buscarlo también.

Seguía la ilusión, en forma de vuelos Alicante – Londres.

Seguía la inversión de tiempo,

de emociones,

de dinero

Al fin juntas, muy pronto.




Pero una ya no huía de su vida, tenía una vida nueva en Londres, y a veces, cuando abandonamos una vida y cambiamos de escenario o de frecuencia, no siempre nos llevamos todo con nosotros a ese lugar.

Y dejó a la otra.

Arruinó un guión sin audiencia, pero no pasó nada porque la vida no es Netflix y no le pide al director que arregle el final para ahorrarnos el mal trago.




“Me da rabia porque estaba ahí, ya lo tocaba…”

Y me acordé de la voz ronca de un colega gritando en un bar, cuando años antes uno del Madrid (creo que era Cristiano) se fue de 5 y la falló delante del portero.

“Tanto remar para morir en la orilla”

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