Escuché a alguien decir que la publicidad es el precio que tienes que pagar por tener un producto mediocre. No recuerdo quién fue. Pero parece que no le falta razón. Pongamos Coca-Cola. Al principio tienes un producto que es excepcional para la época, y lo introduces en todos los sitios. Se corre la voz. El boom de los anuncios en televisión te respalda. Decir: “lo rompes” se queda en nada. Formas parte de la cultura, nada menos. Pero un día esta cultura sube, y con ella la oferta. Y hay más cosas para beber. Resulta que están buenas también y llevan 700 cucharadas menos de azúcar por mL. También, la gente está viendo que lo que se beben ayuda a disolver ollas quemadas… Y real fooders millenials & company simplemente no te tragan. (Literalmente) Y entonces, como tu producto era extraordinario pero ya no lo es tanto, pues prácticamente te comes el presupuesto en anuncios que hablan de la amistad y de cosas abstractas. Porque si sales al ruedo con tus beneficios como capote, hoy te pillan todos los toros. Pero todos. Porque hoy ya no eres excepcional. Eres agua con demasiada azúcar, como decía Steve Jobs. Y claro, para vender eso tienes que apoyarte en el “como toda la vida” y en los paladares (mal o bien) educados de tus consumidores. Decía Nassim Taleb (prometo que no le rezo por las noches) que el buen vino y el buen queso no necesitan marketing. Esos se venden solos, sin amistad. Sin rascar de los valores familiares ni contratar un equipo de 20 coach motivacionales que les escriban los guiones para que tú te pongas a llorar pensando en el tiempo real que te queda por vivir con los miembros de tu familia. Porque son valores que no se discuten. Quiénes lo pueden ver, deciden que valen lo que cuestan. Los aprecian. Corren la voz. Y el negocio funciona con 0€ en marketing. “Pero no puedes comparar algo artesanal con la dimensión de Coca-Cola” Por supuesto. ¿Pero te imaginas que Coca-Cola saliera al mercado en 2020? Bueno. Hoy lo cierto es que hay mucha gente haciendo lo que hace otra mucha gente. Haciendo lo que tú y lo que yo. Pero esa gente, gracias a Dios, no son iguales. Ni que tú, ni que yo. Hay gente que haciendo prácticamente lo mismo, le va varias veces mejor que al vecino. Otros, hacen un esfuerzo de un 1% y eso les ayuda un 100%. (Esto no lo digo yo, lo dicen ellos.) O mejor todavía, (y esta me encanta) dejan de esforzarse en lo que no da dinero y se ponen a hacer lo que sí. Pregúntales qué se los da y luego te pasas por el link. Suscripción Pablo. |
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