Pasar de la cama a la silla, y de la silla al asiento del coche y de ahí al sofá (previo paso por la misma silla) pues es cómodo, pero no es ideal.
A mí me funciona bien despertarme y salir 30 minutos a andar en ayunas.
Me activa el metabolismo y me reconecta.
Como pertenezco a la generación de los yonkis de la dopamina, voy escuchando algo. Yo a mis podcasts. O a mi música.
Y a no pensar.
El otro día, cuando se me rompieron los cascos (que vienen con el iPhone y Dios te libre de tener que comprártelos porque son una estafa) volví a escuchar el ruido de la calle.
Y un pensamiento se me reveló más fuerte que nunca:
No pensar, se (1) paga caro y se (2) paga caro.
1.- Hoy en día, gente que como yo se pone los cascos para distraerse (cuando ya están distraídos) pagan pastizales por retiros donde les enseñan a no distraerse. A no dejarse llevar por sus mentes.
A no pensar.
Y los pagan caros.
2.- También, cuando te distraes y te vas al cómodo mundo de tu música y de lo que te gusta a ti, pues es un lujo no prestar atención a toda esa realidad.
Es un lujo no pensar.
Pero es un lujo caro.
Te cuesta muchas ventas.
“Vivir es fácil con los ojos cerrados” decía una peli que no he visto.
Entiendo en el sentido en que lo dicen.
Pero en el sentido en el que lo digo yo, vivir con los ojos cerrados es mucho más complicado.
Vivir con una serie de problemas que no tendrías si supieras dónde mirar, sale caro en todos los sentidos.
A ti, a tu salud, a tu negocio…
En este aspecto, puedo ayudarte con el último.
Podemos quemar los cascos y empezar a escuchar a los pájaros y a los coches, que son los que nos afectan.
Y lo podemos hacer ahí abajo.
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Pablo.