Lección: por qué un mafioso se hizo mafioso (y cómo te hace vender más)






Cuando ya te has ganado el día 

Cuando se acaban el trabajo, las llamadas que duran un 80% más de lo que deberían, las coordinaciones, el deporte…

Y ya estás duchao, cenao y leído.


Pues un capítulo de algo no mata a nadie.


Hay una serie que me enganchó por su personaje principal, The Blacklist.

El tipo, Reddington, es una cabeza.


Y el actor que lo encarna, soberbio.


Representa a una especie de mafioso que tiene líos montados en todas las partes del mundo, viaja en jet privado y si hace falta te cita a Nietzsche o a los griegos para hablarte de los palillos de los dientes.

Igual te resulta pedante.

Pero tiene clase.








Todos sabemos que a los americanos les entra la inspiración cuando están a punto de morir. 

Nada nuevo. 

Ese momento estaba llegando, y a Reddington (junto con una agente del FBI a quién protege) parecía que le quedaban dos suspiros.


30 segundos antes de que el reactor explote (cosas cotidianas), ella le reprocha que están ahí por su egoísmo:


¿Para qué era todo esto? ¿para protegerte a ti mismo?


Le insinúa que es una basura humana.


Él, (que podría entrar al trapo, pero es más listo que eso) le comenta que aunque ella no lo pueda imaginar, el tuvo una vida normal. 

Facturas, familia, gente que le importaba, citas, un trabajo…



¿Y se pone a contarle hechos para convencerla de algo? 



Por supuesto que no. Este tío es un genio.

En su lugar, la mira fijamente, ladea la cabeza, (suena el piano y el violín de fondo) y con una voz grave y relajante, da una masterclass de metáforas:



«En México, hay peces que han colonizado las cuevas de agua dulce a lo largo de la Sierra del Abra. Se perdieron. Y se descubrieron a sí mismos viviendo en la más completa oscuridad. 

Pero no murieron. En cambio, prosperaron. 

Se adaptaron. 

Perdieron su pigmentación, la vista, y con el tiempo incluso los ojos. 

La supervivencia los volvió horribles. 


Casi nunca pienso en lo que una vez fui, pero me pregunto: 

Si un rayo de luz llegara a la cueva, ¿sería capaz de verlo? ¿O de sentirlo? 

¿Gravitaría hacia su calor? 

Y si lo hiciera, ¿me volvería una persona menos horrible?»












No sé si tú quieres dibujarle algo a tu cliente, para que ellos te entiendan sin dar 700 explicaciones.

O se entiendan. 

O entiendan que contigo mejor.

Con lo que se esfuerzan algunos, no siempre es suficiente.

Reddington no se habría hecho entender contando hechos, o habría necesitado toda una sobremesa con la agente.

Si a ti tu cliente te da ese tiempo, genial.

Pero si no te lo da siempre, mejor pasa por el link.

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Pablo.