Lección de ventas con trampa visiblemente oculta.

 

Te cuento algo muy breve y muy rápido sobre cómo un profesor cambió una cosa de un texto en 3 segundos y disparó los aprobados.

3 segundos.

Lo que tardas en hacer Control + A + click, eso tardó.

Parece una tontería y quizá pienses que no te sirve de nada, pero si te fijas verás que no lo es, y que si lo entiendes vendes más.

En todo caso no tiene ni moraleja ni conclusión,

tú lo interpretas como quieras, 

a tu aire.




Escuché esta historia hace tiempo así que no puedo darte nombres propios, pero el caso es que este profesor se enfrentó a una situación más habitual que los negocios cuya prioridad son sus clientes:


No aprobaba ni Dios.


Claro, el profesor les decía “venga chicos, subrayar eso”

“y eso también”

“y eso”

“Eso es lo importante, eso cae en el examen fijo”





Pero luego puso el examen… y se fundió hasta al conserje.




El profesor dijo que bueno, que iba a hacerlo más fácil.

Iba a darles apuntes con letra muy clara y muy fácil de leer, 

sólo con lo importante, para evitar distracciones.

“Os he fotocopiado esto, chicos. Está todo resumido, ya veréis qué fácil. Estudiad un poco, no seáis c*brones que luego tengo que aguantar a vuestros padres diciéndome que sois unos genios incomprendidos”.




Unos pocos más pasaron del 5, pero pocos.




Y aquí es cuando quizá algún amigo psicólogo del profesor le dijo:

“Julio, que eso no es así, no sabes ni por dónde te viene el aire. Mira haz esto”


El profesor le hizo caso, abrió Word, le dió a “Seleccionar todo” y eligió una tipografía fea.

Pero fea, fea.

Tan fea que mirabas los apuntes y te daban ganas de abrazarlos.

Así de fea.

¿Y qué pasó?

Que aprobaron muchísimos más, del porcentaje no me acuerdo, pero muchísimos más.

¿Por qué?




Hay trampa aquí.

El tipo de trampa que si te saltas, igual escuchan hasta el final lo que tienes que decirles, y si hacen eso,

igual de golpe le pegas un martillazo al cristal que hay entre tú y tu cliente.

Mucho más, aquí