Lección de cuarentena: la experiencia que un producto no podrá sustituir.

Nada como una cuarentena y toda la incertidumbre que conlleva para darse cuenta de qué es lo importante en la vida de cada uno.

Uno puede mentirse o huir de sí mismo el resto del tiempo.

Pero en una cuarentena, difícil.

Te sorprendes preocupándote por gente que no debería preocuparte, y no echas de menos otras cosas que hubieras jurado ante todo el que te conoce que eran esenciales para ti.

No sé dónde te lleve esto, pero ojalá que el miedo y la incertidumbre no te quiten la oportunidad de pararte y conocer algo nuevo de ti.

Que no te tapes los oídos ni los ojos.

Que eso, al final, te guste más o menos… eres tú.




Sé que estamos aquí por otras cosas, pero quería comentarlo.




Yo tengo gustos de pobre. Igual un poco de mentalidad también.

Lo primero desde luego no me molesta.

Lo segundo a veces.



¿Para ti qué es el cielo?

Yo desde hace tiempo siempre lo imagino como un café al sol.

El sol calentando la piel de tu cara y esa sensación de descanso sabiendo que lo tienes delante…

Una terraza y una conversación humana, con las armas bajadas…

Las mismas risas o parecidas con gente que te conoce, o lo guapa que está la chica/chico/chique/mujer/hombre/guacamayo azul que te gusta con gafas de sol…


Esas cosas que hoy no tenemos.


¿Me desesperan?

No, nada.

Pero veo stories en redes y no todo el mundo está así.

Y es que la verdadera dictadura de nuestros tiempos no es el quédate en casa (que durará lo que dure), es la de la felicidad.


Es el hecho de que han conseguido que nos sintamos obligados a estar felices siempre. Si no, o estamos defectuosos o nos están robando algo.


Si alguien hace 100 años lee un libro de algún coach que hable de abundancia hoy, se descojonaría:

«Pobres niños ricos» o «¿Ya hemos llegado al paraíso?»

(Y luego vería el índice de bajas por depresión y ya sí que no entendería nada de nada.)

Por eso digo: Igual mejor centrarse en estar lo más satisfechos que nos permitan las circunstancias y hacer lo que tenemos delante, antes que robarnos nuestro tiempo a nosotros mismos con pajas mentales para «cuando la cosa cambie».



Pues bien, volviendo a los «gustos de pobre»: igual, en el futuro, cuando hablemos de este u otro restaurante, esta u otra carne, o esta u otra deconstrucción de un huevo frito al aroma de Romero del Kilimanjaro, nos acordamos de cuál es la base que les da sentido.

La base pobre. Sí, sí, esa que pueden tener todos.

La conexión.

Y bueno, al final ese vino que te consiguió el tataranieto de un Tiranosaurus Rex seguro que te lo bebes en tu casa y está bueno, pero me quedo con el cortado a 1,20 € en un bar cualquiera.

(Pero que no me lo den recolao, que tampoco estamos tan mal)

Me conecta.





¿Tú cómo lo haces en tu proyecto online?

¿Tu cliente siente que el sol le calienta la piel cuando te lee o aún lo tienes en cuarentena?

Porque bueno, hay proyectos por ahí que impactarían más si pusieran que están cerrados por obras.

Al menos ahí los entienden.


Si quieres darle un viaje y salir de la tormenta con los deberes hechos, es por aquí.

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Pablo.