No, no es sólo porque no tengamos una tendencia natural a pensar en los demás, no es sólo por eso. Eso desde luego que también cuenta, pero hay algo que tiene que ver con cómo nos han educado. Con el sistema educativo que cambia cada 4 años, no. Es un poco más profundo. Escribir para vender no nos resulta natural. Eso no significa que sea complejo, no lo es, significa simplemente que no crecemos haciéndolo. No nos hace falta. Cuando empezamos a escribir, siempre había alguien obligado a leernos. Siempre había alguien al otro lado del folio, escribiéramos lo que escribiéramos. ¿Tenías que interesar a tu profesora cuando te pedía una redacción de lo que habías hecho ese verano? No, su trabajo la obligaba a leerla. ¿Tenías que entretener a tus padres cuando les mandabas una postal? No, su amor les obligaba a leerla. (Estoy tentado, pero no voy a comentar por qué enseñar a captar la atención generaría más riqueza que resolver ecuaciones de 3º grado porque el chiste se cuenta solo.) El caso es que cuando luego nos hacemos mayores, muchos acaban llegando inconscientemente a dos conclusiones muy opuestas: 1. Todos van a leerme. (el niño interior vive) 2. No va a leerme ni Dios. (el escepticismo ha matado al niño) Por supuesto, ninguna de las dos se corresponde con la realidad. Puede que sea algo más parecido a: 3. Si sé cómo escribirles, mucha más gente va a leer lo que tenga que contarles. Si te leen atentamente, (en un mail, en una carta, en tu web, en tu panel publicitario…) quizá más gente entiende lo que ofreces. Y si los mismos que no te hubieran prestado atención (porque no tienen que corregirte la redacción ni son tus padres) sienten que quieren lo que tienes, pues quizá vean el valor de trabajar contigo. Y así quizá hagas otro cliente más, y luego otro más. Luego te quitas un par de clientes tóxicos y los sustituyes por los que te aprecian, entienden el valor de tu trabajo y lo que te cuesta. Así tu negocio prospera …y el corazón a 60 pulsaciones. Mucho más, aquí |
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