La parte menos sexy del éxito en un proyecto.

Hay una cosa que dijo Rob Allen que me gustó mucho.

(Rob es un copywriter americano, uno muy bueno)

Me gustó mucho.




Escribo de memoria:

En una entrevista o algo así, le preguntaron por qué él triunfó en su profesión, y dijo algo muy simple pero muy poderoso.

“Yo triunfé porque me quedé un rato más”

Dijo que otros amigos que empezaron con él no eran ni mejores ni peores que él.

Pero por lo visto eran de tres tipos:

1. Los que empezaron, pero no vieron resultados enseguida y lo dejaron.

2. Los que empezaron, pero “para ser más completos” también empezaron a aprender otra cosa, y luego otra.

Todo les sonaba y nada controlaban.



…y 3. Los que empezaron, pero luego cambiaron de idea. 

Y luego esa idea la cambiaron otra vez.

Y luego otra.




Cantos de sirena por aquí y por allá…




Que si ahora “ya no se lleva esto” y “se lleva aquello”…




En definitiva:

Gente que se convencía de estar “al día” cuando lo único que estaban era buscando distracciones.

Y para según qué cosas, hay que buscar concentraciones.

No distracciones.




En mi experiencia viendo negocios, hay una línea que forman dos puntos:

A un lado, un punto donde está la gente que no cambia nada y no avanza.

Y al otro lado, la gente que lo cambia todo y tampoco avanza.

Lo interesante quizá sea el punto medio.




Si me preguntas, hay dos formas de llevar a alguien a un punto medio:

Una violenta, y una pacífica.

La violenta me la guardo porque no es muy popular.

La pacífica es ver un proyecto presentado de forma tan potente que hasta el dueño esté vendido cuando lo ve así.

(Esto es real, esto pasa)

hay algo más aquí