La magia del primer amor.



La gente que mejor escribe para vender conoce un detalle para reventar los resultados.
 
Un detalle.
 
Este detalle es un espacio físico que ellos saben crear y del que te hablo en este mail.
 
 
 
 
Este detalle fue el misma que (sin saberlo) utilizó una niña de 10 años para hacerse más importante a mis ojos que mi misión en aquella época.
 

¿Qué misión tenía? 
 

Completar el álbum de cromos de la liga.
 
Eran otros tiempos.
 
 
 
 
Un par de meses antes de que pasara eso, me apunté a tenis.
 
Era gordito, pelirrojo, y ahora de golpe también malo al tenis. 
 
La raqueta la había heredado de mi primo y era igual de mala que yo o peor.
 
Entonces claro, peloteando en una pista con muchos niños (que llevaban más tiempo) me sentía un inútil.
 
Quería aprender más rápido, llegar a donde estaban ellos…
 
pero no quería hacer el ridículo.
 
 
(En aquella época no sabía que la realidad no funciona así)
 
 
El caso es que no daba ni una.
 
Todas las pelotas fuera.
 
Pero tenía un amigo muy bueno y con mucha  paciencia que seguía peloteando conmigo.
 
En uno de esos peloteos, le di muy bien.
 
No supe cómo, pero muy bien.
 
Y mi amigo el bueno se la comió.
 
En ese escuché la voz de una niña que justo pasaba por la pista, diciéndole a mi amigo el bueno algo así:
 
 
“¡¡Wow!! ¡Toma, Juanito! La que te acaban de meter.
 
Que no eres tan bueno, el nuevo aprende rápido.”
 
 
Me giré.
 
Me sonrió.
 
Me cambió.
 
Porque cuando uno se siente estúpido y alguien de fuera le tiende una mano y lo hace sentirse valorado de verdad…
 
Por poco que sea,
 
Se crea un espacio nuevo entre dos personas que engancha.
 
Es inevitable.
 
 
(En aquella época tampoco sabía esto)
 

Ahora, esto se puede utilizar muy bien para que alguien se quiera acercar a ti de verdad.
 
O muy mal, para que no te quiera ver ni en pintura.
 
Lo último no lo hacemos aquí:

Hay algo más aquí.