La gente no sabe lo que valen las cosas.

El sábado pasado fui a un bar a comer con 5 amigos:

– Tres dirigen su empresa.

– Uno arranca con la suya.

– Y otro está en el departamento de ventas de una.

Los 5 están metidos en el ajo.

Well, well…



En un momento estaban hablando de cosas aburridas y decidí que o abría un melón o aquello no lo levantábamos ni aunque nos dejaran la botella de chupitos en la mesa.

Lo dejé caer:

“No os liéis, la gente no sabe lo que valen las cosas.”



Reacciones:

1. Uno se calló.

2.

– Ya, pero si lo pongo en una página donde hay varios productos…

– ¿Cuánto vale tu apoyo?

– …




3. Otro me enseñó una gráfica de su empresa:

– “Mira si influye el precio o no, más allá de si la gente lo sabe o no, el que sí lo sabe bien es el algoritmo de Google, que va a optimizar que artículo muestra según el precio”

– Una cosa es la visibilidad y otra la compra. 

Si tienes un vino de 18€ y por eso no te dejan colocarlo, no lo vendes.

Si lo bajas a 14€ y el de la tienda te abre la puerta, pues sí.

Pero una cosa no es la otra.

Ojo.




4 y 5 asintieron: 

“La gente no sabe lo que valen las cosas.”




Vale.

Esto es más viejo que las sandalias de Cristo, pero lo cuento:

– Si tu cliente no sabe lo que vale lo tuyo y tú tampoco… grillos.

– Si tu cliente sabe lo que vale lo tuyo y tú no, se va a aprovechar de ti y no es culpa suya.

– Si tu cliente sabe lo que vale lo tuyo y tú también, bingo.

– Si tu cliente no sabe lo que vale lo tuyo, pero tú sí (y quieres que lo sepa) entonces el trabajo está en que lo pueda ver.

Justo para eso, yo tengo un servicio de copywriting:

hay algo más aquí