Te cuento muy rápidamente la cagada número uno que cometen casi todos (por no decir todos) los profesionales que tienen la cabeza muy metida en algo. No sé si ya te lo he contado, pero por si acaso. Si haces un pequeño esfuerzo con estos, aburrirás a menos gente y por fuerza venderás más. Y te digo más: Aunque muchas cosas sigan pareciéndote absolutas gilipolleces, puede que te dure menos el disgusto. Igual te ha sucedido que un día cambiaste de opinión sobre algo en la vida y que al tiempo ves a alguien que opinaba como tú antes y te pone de muy malas. Es como un cocktail de vergüenza ajena y rabia. Es humano. Recuerdo cuando hablando de esto hace mucho con un amigo, me decía: “Me he relajado, porque me di cuenta de que si me cruzara con mi yo de hace dos años, le daría dos hostias” O como de forma más bonita el gran Hermann Hesse: “Cuando odiamos a un hombre, odiamos en su imagen algo que llevamos en nosotros mismos. Lo que no está también en nosotros mismos nos deja indiferentes” Vale, ¿y esto para qué? Pues porque somos incapaces de “no saber lo que ya sabemos” Y cuando no podemos no saber lo que ya sabemos, se nos olvida que hubo un momento en el que no controlábamos tanto del tema. Creo que a esto lo llaman la “maldición del conocimiento”. Y te pongo un ejemplo que he visto esta mañana mismo: Farmacia. Clientes de todo tipo. Desde universitarios hasta gente que se cree que vale la pena pelearse en Facebook. A esa gente, esta Farmacia le escribe en una publicación: “Crea un medio adverso para la proliferación de microorganismos causantes del mal olor” …Y les pone una foto de unos pies. (Y no les dice cómo hacerlo, pero no pasa nada porque de todos modos no lo ha entendido ni el que lo ha escrito) Bueno. Tú puedes ser un farmacéutico que copia una frase de 13 palabras que otro farmacéutico igual tarda medio minuto en descifrar. O puedes hacer un esfuerzo por recordar lo que es no tener ni idea, ni ganas, ni tiempo de averiguar de lo que hablas y decir: “Mata los bichos que crían en tus zapatos y hacen que te huelan los pies a dos metros” Si tu cliente no tiene ni paciencia ni doctorado, le escribimos abajo. Hay algo más aquí |
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