Puede que a excepción de los artículos que llevan en nuestra vida desde siempre (como la comida, la ropa, la gasolina y demás…) pues del resto no tengamos mucha idea del precio. De un rango amplio de precios, sí. Pero del precio “justo”, ni idea. Aquí te cuento algo sobre la importancia de entender el valor de lo que tú haces primero y elegir el precio después. Muchos hemos mirado etiquetas de cosas que pensábamos que no eran caras, se nos han salido los ojos de las cuencas y nos hemos dicho a nosotros mismos: “Hostia” ..y de golpe nos da como respeto. También hemos mirado algo que pensábamos que era más caro y estaba “tirado de precio” ..y nos ha dado la sensación de que si era así entonces es porque “no será tan bueno”. Ojo con estas sensaciones. Que hay gente que sin tener ni puta idea de vinos compra el vino más caro del lineal cuando quiere causar buena impresión en la cena a la que le han invitado. Sin pensar. Hay gente que le tiene manía a las cosas caras, pero es que hay gente que se la tiene a las baratas. Leí el otro día algo que seguro que es una leyenda urbana, pero que podría no serlo: Un tipo sacó su frigorífico viejo a la calle para regalarlo con el cartel «GRATIS». Pasaron tres días y no lo tocó nadie. Cambió el cartel: “50€” ¿Y qué pasó? Que se lo robaron esa noche. Bueno. Hay muchas maneras de comunicar el valor de las cosas. De quitar la barrera del precio. Una de ellas puede que sea la recomendación de alguien que admiramos y sabemos que se preocupa por nosotros. Alguien que te diga: “De verdad, merece la pena” Y tú sepas que es así. Pero implementar esto es complicado. Ahora, lo que no es nada complicado es saber tocar la sensibilidad de tu cliente para que mientras te lea se diga: “Hostia, esto de verdad merece la pena” Hay algo más aquí PD: Y si tu autoestima te lo permite y sabes lo que vales, quizá puedas subir el precio. O al menos no tirarlo. |
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