Una vez leí algo de alguien y se me quedó marcado.
De memoria, decía algo así:
“Pensaba que nada más podría pasarme, pero me equivocaba. En verdad, el infierno no tiene fondo”
Algo así.
El caso es que al tío le habían pasado varias cosas y estaba en ese punto en el que toda persona con suerte ha estado alguna vez:
Con la mierda al cuello y pensando que ya no se podía caer más bajo.
Pero como decía este tipo que no recuerdo, se puede.
¿Por qué te cuento todo esto?
Por lo que te anunciaba al principio.
No me lío:
Salvo en situaciones en la que el contexto tenga sentido, dar descuentos como argumento de ventas es no tener argumento de ventas y peor aún:
Que todo el mundo sepa que no los tienes.
Igual no lo saben, pero lo sienten
Eso es así.
Hace unos años tuve un intercambio con unos chicos.
Estos chicos tienen un servicio de venta de artículos recurrentes a domicilio, y me apunté a su lista de suscripción para cotillear.
En su momento, ellos regalaban 10€ en la primera compra.
El otro día los vi por alguna parte, no sé dónde.
Vi un número bien grande:
“20€ de descuento en tus dos primeros pedidos”
Para que entiendas por qué cerré los ojos muy fuerte:
– Su producto no caduca
– No es de temporada ni pasa de moda.
– Antes 10€, ahora 20.
– La teoría de “es para romper la barrera de la primera compra” no sirve a no ser que te apetezca romper la de la segunda también.
– No hay motivo. La gente no entiende porqué les das 20€, máximo va a pensar que si con 20€ te sale rentable a ti la venta es porque los estás sableando con el resto.
Eso es así.
Año 2019: 10€ de descuento.
Año 2023: 20€ dos veces, 40€.
Año 2033: 40€ en tus 10 primeros pedidos y un masaje antiestrés.
¿Cuándo se acaba?
No me voy a poner aquí a hacer la lista de todos los disparos que uno se pega en el pie con estas cosas porque acabo mañana.
Pero si en lugar de dejarte la credibilidad por ahí prefieres reforzarla, tengo una propuesta: