Volver a leer libros que ya habías leído o ponerte pelis que has visto 5 veces antes, es un pequeño acto de romanticismo cotidiano en un mundo que no para de atacarnos con novedad. “Con la de cosas que nos quedan por hacer, ¡como para repetir las que ya hemos hecho!”– nos grita la voz en la cabeza. Luego resulta que volver a ese país en el que estuviste tiene algo que no te da un país nuevo. Volver a leer ese libro que te volvió loco se hace más ameno y más fácil, aunque nunca sea el mismo libro. Y ver esa película que te sabes de memoria te conecta contigo. Sospecho que es porque debe de haber felicidad en lo familiar y lo reconocible. (aquí un millenial medio descubriendo el concepto de tradición) Cuando pasamos por un terreno recorrido, nos recordamos recorriéndolo. Vemos, un poco, lo que éramos antes y lo que somos ahora. Nos devuelve a una cierta casa. A un lugar seguro y conocido entre tanta promesa de novedad, crecimiento y de vende 6 cifras para despedir al jefe. No crecemos, disfrutamos de lo crecido. (que también debe ser crecer) “La felicidad es el deseo de repetir” que decía Milan Kundera. En fin, otro de tantos temas que se me queda grande. Pero el otro día, leyendo otra vez La Inmortalidad, del mismo autor, vi algo allí. Va a bajar de las alturas a este mail. Va a devolverlo a la banalidad de las ventas. Pero verás que con una profundidad desde luego nada banal. Te lo he puesto fácil, he sustituido: «Amante» y «Bernard» por cliente. «Laura» por la empresa. “Cásate conmigo” por “suscríbete a mi newslettter” “¿Cómo podía haber tomado una decisión tan estúpida, que iba contra todos sus intereses? ¿Es que conocía tan mal a su cliente? ¿Tan poco lo comprendía? Sí, aunque suene extraño, no lo conocía y no lo comprendía. Estaba incluso orgullosa de que lo único que le interesaba de su cliente fuera su amor. Nunca le había preguntado por su padre. No sabía nada de su familia. Cuando él hablaba alguna vez de ella, se aburría ostensiblemente y afirmaba que no quería perder en charlas inútiles el tiempo que podía dedicarle a su cliente. Y aún más extraño es que en las negras semanas del diploma, cuando él se volvió reservado y se disculpaba explicando que estaba preocupado, siempre le decía: «Sí, yo sé lo que es tener preocupaciones», pero nunca le había hecho la más sencilla de las preguntas imaginables: «¿Qué preocupaciones tienes? ¿Qué sucede en concreto? ¡Explícame ahora lo que te preocupa!». Es curioso: estaba locamente enamorada de él pero no se interesaba por él. Podría incluso decir: estaba locamente enamorada de él y precisamente por eso no se interesaba por él. Si le reprocháramos su falta de interés y la acusáramos de no conocer a su cliente, no nos entendería. Y es que ese negocio no sabía lo que es conocer a alguien. ¡Era en ese sentido como una doncella que cree que va a tener un hijo si besa durante mucho tiempo a su amado! Pensaba en los últimos tiempos en su cliente casi sin parar. Se imaginaba su cuerpo, su cara, tenía la sensación de que estaba permanentemente con él, de que estaba llena de él. Por eso estaba segura de que lo conocía de memoria, de que nadie lo había conocido nunca como ella lo conocía. El sentimiento amoroso nos da a todos una falsa ilusión de conocimiento. Después de esta explicación quizá podamos finalmente creer que, mientras tomaban el postre, le dijera (como disculpa podría citar que habían bebido una botella de vino y dos copas de cognac, pero estoy seguro de que lo hubiera dicho aun sin estar bebida): —¡Bernard, suscríbete a mi newsletter!” Enamorada del amor de su cliente. No de su cliente. Del amor de su cliente. Pero basta ya de lecciones gratis, que nunca se toman en serio. Bueno, yo no me enamoro del amor de mi cliente. Me toca enamorarme de los suyos. Porque si no, no vende. No los siento míos, no me quiero casar con ellos. Pero me toca sentirme como ellos y enterarme de qué manera les late el corazón. Más ciencia que romanticismo, la verdad. Igual te interesa salir de la nube de amor y centrarte en la nube de realidad. Es la que vende. (Aunque estar enamorado también cueste una pasta) Es en el link. Suscripción Pablo PD: Si no te dijo nada el fragmento mejor lo dejamos, que luego todo son problemas. |
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