Richard Thaler era un economista que se divertía buscando ejemplos que dejaban en ridículo a las teorías económicas de su época. Visto lo visto, su manera de ver el ocio tenía potencial para hacerlo muy feliz, la verdad. Un día decidió que iba a tocarle los potenciales a un profesor y pasó algo que no era nada curioso y a la vez sí. Era curioso porque el mismo profesor explicaba una cosa y hacía la contraria, …y a la vez nada curioso porque vemos este ejemplo por todos los lados. ¿Te suena eso de que “el dolor de la pérdida es mayor que el placer de una ganancia” que hemos escuchado hasta hartarnos pero aún deberíamos de escuchar más? Pues va por ahí. Su profesor era un tipo que explicaba a Richard y a sus amigos que si comprabas algo a un precio, su valor era ese precio. Y punto. Lo compres o lo vendas. Claro, a ver, visto así pues tiene sentido. El problema es que nosotros como especie pues no seguimos ese sentido, seguimos otro, me explico: El profesor de Richard era aficionado al vino, pero nunca compraba botellas por más de 35 dólares. Las que compraba las coleccionaba, pero nunca gastaba más de 35 dólares. Lo gracioso es que cuando ya las había comprado, aunque a veces le ofrecían 100 dólares por ellas, no las vendía. La misma persona que predicaba que si algo vale 35 se vende por 35, no vendía una botella que le querían comprar 3 veces más cara de lo que la había pagado la semana de antes. Y mientras tanto, explicaba la teoría curso sí curso también. Curioso que la botella se revalorizase justo cuando él la compraba. “¡Qué coincidencia!”–seguro que no pensaron ni Thaler ni su profesor. Su pequeño punto ciego era este: La personalidad de ese profesor se hinchaba con cada botella de vino. Él creía que cada botella de vino era él mismo. Era su nuevo valor. Su ego crecía con cada botella como los mofletes de un hámster que se guarda la comida. Uno pipa tras pipa, el otro botella tras botella. Cuando te has dilatado así, no vendes al mismo precio. No puedes vender una parte de ti mismo tan barata. No puedes “cambiar a peor” por tan poco. Si no eras así antes, no pasa nada. Pero ahora que sí lo eres, pues sí pasa. No sé si lo que tú ofreces mantiene intacto a tu cliente o le da un sueño, pero si quieres que más gente lo valore y no se lo venda el vecino es por aquí. Mucho más, aquí |
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