Hackear el “más vale malo conocido…” siempre



Nos quejamos de la inversión de armas en este país, pero nadie se queja de la deforestación que producen todos esos currículums que acaban en la pila de una oficina, 

de cómo atascan las bandejas de correo, 

de cómo el de recursos humanos abusa del café gratis porque si no se queda durmiendo mirando esas fotos con descripciones militares que les cuentan su afición al deporte

(al deporte de equipo, no vaya a ser que no nos cojan)

…o rastreando años de experiencia “en agencia”, aunque el candidato haya aprendido más sobre hacer fotocopias a doble cara que otra cosa.




Hablaba con unos amigos el otro día sobre la distancia que hay entre una cara en un papel y una contratación. 

Ese gap, que decimos los modernos.

Y recordaba cómo, cuando yo veía a gente en mi oficina tomar decisiones entre 15 o 20 CVs, pues pasaba lo que pasa siempre. 

Se quedaban al mismo 

¿y quién era ese?​​ 

Al que le habían visto la cara antes, fuera mejor o peor. 

(o al que había apadrinado alguien)

Siempre era mejor el malo conocido, aunque no fuera malo, ya me entiendes.

¿Pero era el mejor de los 20?




Bueno, todo esto lo sabemos todos y aunque pueda causarnos impotencia, nadie tiene la culpa,

Nadie

porque es una vieja tara de Homo Sapiens que todos llevamos con nosotros, lo reconozcamos o no: 

La absoluta desconfianza que nos produce alguien que no conocemos de nada.

A saber si es un loco”




Todo eso que parece una tontería es el mismo mecanismo que hace que muchos equipos de directivos compren las mismas marcas, coman en los mismos sitios, lleven el mismo corte de pelo y hagan el mismo tipo de deporte en el mismo club.

Es tan evidente como egoísta, pero lo que es como nosotros no nos da miedo, 

nos relaja.

Y aunque sepamos que la confianza siempre la conseguimos compartiendo lugares comunes e historias parecidas,

aunque ya esté el pelirrojo diciendo obviedades, 

¿tú puedes ver esto en la mayoría de negocios que miras?




Esta fuerza puedes utilizarla a tu favor, cuando quieras que te encuentren a ti.

Si te pareces (en lo que tienes que parecerte) a quien tiene que comprarte, vas a ir con ventaja,

con mucha ventaja.

Pero para atraer a esos clientes, no puedes ser una fotocopia apilada con una descripción militar.

Hay que ser otra cosa, otra cosa más real.​​

Quizá es más fácil trabajar eso una vez, y luego dedicarse a recolectar ventas o propuestas de colaboración,

pero claro, eso no está en mi mano.

Mucho más, aquí.