“—Eres un buen chico.
Mirándote, me he dado cuenta.
En los siete años que llevo aquí he visto ir y venir a mucha gente. Así que lo sé.
Hay dos tipos de personas: los que son capaces de abrir su corazón a los demás y los que no. Tú te cuentas entre los primeros. Puedes abrir tu corazón siempre y cuando quieras hacerlo.
—¿Y qué sucede cuando lo abres?
Reiko, con el cigarrillo entre los labios, juntó las palmas de las manos con aire divertido.
—Que te curas —afirmó.
La ceniza del cigarrillo cayó sobre la mesa, pero a ella no pareció importarle.”
–Murakami, Tokyo Blues
Tranquilidad.
No he desayunado pe ne de poeta.
Y si eres capaz de sustituir ese “abrir tu corazón” (sacado de novelas para abuelas) por un “comunicar quien eres” quizá tengas una ventaja no muy evidente…
…y que nada tiene que ver con la facturación.
Es otra cosa.
Veamos…
Alguna vez he comentado eso de que hay cierta magia en que una persona que no te conoce de nada sienta que te conoce de muchas cosas.
Solo leyendo.
No es magia, por supuesto que no.
Tienes un cliente más que antes hubiera pasado de largo.
Genial.
Para eso estás vendiendo, es lo que debería pasarte.
Pero a veces sí es magia, y hoy quería comentar eso.
Hace menos de un año que conocí a una chica, G., que me dijo algo que me pareció demasiado bonito para un viernes:
“Hola Pablo, qué tal?
Llevo una hora y pico leyéndote en lugar de echarme una siesta que llevo planificando desde esta mañana. Me has quitado el sueño con tu libro (aunque no el cansancio) y me he echado unas risas.”
Yo pensé que quien se salta la siesta de los viernes no es de fiar.
Y pensé bien.
Ya he hablado de G. otras veces.
G. es 493 cosas.
Pero una de ellas es psicoanalista.
Y si en todas las familias cuecen habas, pues G. se dio cuenta muy pronto de que en la mía también tenemos tierras.
Trabajar con ella,
hablar,
confesar,
coordinar…
Hoy sé un poco más de la vida gracias a G, es decir:
También me forma, indirectamente, como copywriter.
Este email es de agradecimiento a ella.
Pero si no eres ella, te animo a que seas capaz de contar de verdad lo que eres y lo que haces.
Porque la “profesionalidad” y la “marca” están muy bien… si no son escudos que te tapan la cara.
O peor, el cerebro.
Si quieres ayuda con eso para conseguir más atención y más transformación, tengo un servicio de copywriting.
Yo diría que es regular tirando a bueno: