Hay cosas de las que no te puedes dar cuenta si no escribes con frecuencia a tu lista de correo.
(Digo escribir con frecuencia, no digo mandar fotos, digo escribir)
Cuando uno no lo hace con frecuencia tiende a pensar dos cosas.
Dos cosas contrarias.
Piensa una, la otra… o las dos al mismo tiempo.
¿Qué cosas?
1. “Si, tengo una lista, pero ¿para qué voy a escribir si la gente no lee?”
2. La gente va a estar allí esperando para abrir mis emails y leer todo lo que yo les tenga que contar, porque saben que soy bueno.
Son esas dos cosas.
Y como no las he visto ni una, ni dos, ni tres veces… profundicemos.
La cosa-1 ni la comento porque no merece la pena.
(Todos sabemos que se están dejando dinero)
Comento la cosa-2:
La cosa-2 es pensar que uno tiene carta blanca para escribir lo que sea porque todo el mundo va a conectarse a su conversación mental.
Esto, según mi experiencia propia y ajena, es la fórmula casi perfecta de la frustración:
– Altas expectativas.
– Pocos emails.
– Fuerte tendencia a la primera persona.
– Cuentan varias cosas.
La fórmula casi perfecta de la frustración.
Porque pensar (como el grupo 1) que una lista no sirve para nada no es rentable pero tampoco es personal.
Pero pensar que la gente está deseando que tú les escribas es frustrante porque sí nos lo podemos tomar a personal.
¿Qué hacemos entonces?
Ni lo uno ni lo otro.
1. Si sabemos cómo, es un regalo poder venderle a una lista de gente más o menos interesada en lo que haces.
2. Hay que hacer las paces con el hecho de que no le importamos a nadie.
La gente se suele importar más a sí misma.
Eso es así.
Si hay un punto de comunión contigo maravilloso.
De hecho, debe haberlo.
Pero la gente se importa a sí misma.
Hay que quitarse ese peso de encima.
Lo que hay que hacer es estar ahí.