¿Es líquida tu forma de atraer clientes?


 
Zygmunt Bauman era sociólogo.

Como nació en 1925 y murió en 2017, su obra está llena de “esto era así antes y ahora es así”.

Lo que se valoraba antes y lo que se valora ahora.

Esto quizá sea clave para sacar un poco la cabeza de toda la locura colectiva de hoy en día y dejar que se nos enfríe un poco.


 

Contaba Bauman que hoy todo es líquido.

La vida, el amor, la sociedad… 

Hace décadas fue sólida.

Pero hoy es líquida.

La vida hoy es líquida porque el mundo está cargado de incertidumbre constante.

Todo el rato.

Estamos bombardeados constantemente con preocupaciones, alertas, notificaciones…

Y aunque sobre el papel “nunca hemos sido tan ricos”, pues tampoco hemos estado (tanto tiempo) con unos niveles de ansiedad y desconcierto tan grandes.




Entonces, ¿qué pasa?

Que las dudas constantes son maravillosas para los oportunistas que desean vendernos la última solución.

Una solución que, tan pronto compramos está destinada a ir a la basura.

Porque, como dice Bauman, el dios de una sociedad líquida es la novedad, y ha sustituido al dios de la sociedad sólida:

La durabilidad.




Ya no se le coge mucho cariño a esa sudadera, porque aunque hoy nos haga brillar, mañana será el símbolo que nos condene a ser unos parias.

Y vamos a por otra cosa.

“Lo que se necesita ahora es correr con todas nuestras fuerzas para mantenernos en el mismo lugar”–decía Bauman. 




Hay un problema con las soluciones del mundo líquido:

Y es que antes de construir una cosa sólida y perfeccionarla, suena la campana y hay que hacer otra cosa totalmente diferente.

Y esto es muy peligroso para un negocio.




Cada año la canción del verano es diferente:.

Que si el algoritmo de Google y de su padre, o que si el píxel de una cosa y el de la otra.

¿El pico de la estupidez?

“Tendencias de marketing para 2022”




Hay muchos por ahí que piensan en estrategia como si esto fuera un problema matemático.


“Es que este me ha dicho que con esta herramienta…”


¿Sabes lo que no les ha dicho?

Que como sus clientes no lleguen allí y vean algo que les pongan las pupilas como las de los amigos del novio en una boda…  

Pues sólo les va a comprar la gente que ya tenía la tarjeta en la mano.

Y esa gente es muy poca gente.

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