Si vendes algo es probable que en algún momento alguien de la primera página de Google te haya contado eso de:
“A tu cliente no le importan las características, le importan los beneficios”
Es decir:
No importa el taladro, importa que haga agujeros para que tú puedas montar cosas en casa.
Irene Montero hace agujeros.
Pero no puedes montar una estantería con ellos.
(Entonces no sería un beneficio)
El beneficio es tener más espacio para tus libros al final de la mañana.
Si eso lo pudiera hacer una cantimplora, no te comprarías un taladro.
Básico.
Te cuento por qué más beneficios no van a servirte para nada si no tienes claro otras cosas.
Cuando vivía en Suiza, tenía un trabajo blablabla con unos beneficios.
Mi jefe podía haberme dicho:
“Formarás parte de un grupo dinámico y joven que está revolucionando el mundo del marketing digital”
Jajajajaja
Ya en serio, podría haber dicho:
– Trabajarás en una empresa familiar sólida con un índice muy bajo de despidos y donde la duración del trabajador medio es X años.
– Tendrás X semanas de vacaciones y podrás negociar vacaciones no pagadas.
– Tu sueldo estará muy por encima de la media.
– No nos gustan las horas extra y salvo que se caiga el mundo no harás ninguna.
Podría haberme dado esos y muchos más beneficios para mí.
¿Y?
No habría importado.
Sobre el papel, seguir ahí eran todo ventajas.
¿Y salir?
Sobre el papel, todo inconvenientes.
Sobre el papel.
Ese detalle es importante.
¿Sobre qué papel?
Más importante todavía.
Ese es un ejemplo muy claro de cómo pueden lanzarle beneficios a una persona por todos lados sin darle.
¿Como cuando Goku se pone rubio y esquiva todas las bolas de energía que le manda el malo?
Pues así.
Beneficios que deberían impactar y no sirven de nada.
Porque los beneficios pueden definir un golpe.
Pero no son el golpe.
Nunca.
El golpe siempre es más profundo que los detalles, bastante más.
Y por si quieres ajustarlo para que los beneficios que ofreces no se ignoren