En tu web, real gana a profundo todos los días de la semana.



Un cliente me contaba hace poco su relación con su empresa, y con su ejemplo te cuento algo muy sutil que quizá te interesa si vas a hablar de tu proyecto en tu web o en algún sitio.

El caso es que él estaba incómodo hablando de ello, no se le veía a gusto.

Era como si le hubieran pillado.

Esto pasa, pasa mucho.

Y yo me alegro cuando pasa, es muy buena señal.

Es buena señal porque indica que no estás acostumbrado a hablar de ti, y eso, en casi todas las ocasiones (por no decir todas) es una gran ventaja.




“Mi relación personal con este proyecto no es tan directa como la de [su socio], por lo que no tengo una historia muy profunda.

Es cierto que mi amistad con [su socio] hacía que yo estuviese al tanto un poco de todo desde el inicio y que le echase una mano con lo que implicaba diseño e imagen.”

Ningún problema.

Su socio también comentaba que él no se había preparado académicamente para lo que hace hoy.

Que le gustaría haber salido de la Universidad o de un concurso de televisión y haber montado su empresa así.

Que sería “lo suyo”, ¿no?

Pues no. 




Parece que hoy no sentirnos los elegidos nos incomoda.

Parece que si nadie ha escrito profecías y hemos acabado haciendo cosas “por accidente”… Mmmm, es raro.

Pero la mayoría no somos Neo.

No podemos esquivar las balas, ni tenemos porqué dar vergüenza ajena diciendo cosas como:

“Tuberías” debería ser mi primer apellido

(si eres fontanero)


¿Importa si es un accidente?

Pues hombre, depende del tipo de accidente, pero hay algo  que no deberíamos olvidar.

Pocas cosas más interesantes que que un accidente,

pocas cosas que se recuerden más,

pocas cosas más comunes. 




La gente que conecta con quién le compra no son superhéroes.

No son los elegidos. 

Son gente, ni más ni menos. Por eso venden.

Y cuando oyes a alguien decir que desde que despidió a su chupete en un globo ya sabía que quería ser asesor fiscal… Pues no sé.

A ver, sí, vale.

Pero es que no es necesario.

Es más sencillo ser real. 




El “no voy a contarlo” y el “voy a contarlo todo” son igual de peligrosos, iguales.

Como no hacer deporte, y no dejar de hacerlo, lo mismo.

No hablar de ti casi seguro que no funciona,

pero hablar sólo de ti casi seguro que tampoco.

Mucho más, aquí