A la gente que quiere vender algo pero no tiene muy claro cómo hacerlo le pueden pasar dos cosas: – Tocar “eL DoLoR” de forma más torpe que un niño. – No tocar nada, que todo el mundo sabe que si te tocas de mayor te quedas ciego y no te compensa. Veamos: Hace tiempo que no hablo del gran maestro checo Milan Kundera y vamos a invocarle aquí. Aquí hay varias lecciones sobre el dolor. Él escribió: “Pienso, luego existo es el comentario de un intelectual que subestima el dolor de muelas. Siento, luego existo es una verdad que posee una validez mucho más general y se refiere a todo lo vivo.” (Menuda hostia al gabacho) Sigue: “Mi yo no se diferencia esencialmente del de ustedes por lo que piensa. Gente hay mucha, ideas pocas: Todos pensamos aproximadamente lo mismo y las ideas nos las traspasamos, las pedimos prestadas, las robamos… Pero cuando alguien me pisa un pie, el dolor sólo lo siento yo.” (A ver esto tiene matices, pero lo hemos entendido.) Sigue: “La base del yo no es el pensamiento, sino el sufrimiento, que es el más básico de todos los sentimientos. En el sufrimiento, ni siquiera un gato puede dudar de su intransferible yo. En un sufrimiento fuerte, el mundo desaparece y cada uno de nosotros está a solas consigo mismo.” El dolor es algo que se siente muy personal aunque al vecino le duela justo lo mismo. El dolor nos hace creernos especiales. Y si no, hazle dos buenas preguntas a la primera persona que te cruces y te contará por qué su vida es especialmente complicada. Nuestras complicaciones nos hacen únicos. Entonces, si no nos hablan de ellas o nos hablan de forma que no nos sentimos seguros, especiales, (Hasta a la gente con un ego sano le gusta sentir que algo es especial para ellos) …y comprendidos… Pues no conectamos con lo que nos cuentan: Ni tú, ni yo, ni nadie. Giramos la cabeza y a otra cosa. Para que eso te pase bastante menos cuando te leen, podemos tocar los dolores como gente con los pies en la tierra. Ahí abajo: Hay algo más aquí. |
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